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Personas planean a cinco años, países deben hacerlo a 100

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Personas planean a cinco años, países deben hacerlo a 100



Un México interconectado con países de Centroamérica, cuyos desperdicios se redujeron al 0% y que usa biocombustibles en las residencias es posible

David Madrigal
Ingeniero en energía y desarrollo sustentable

Me encuentro repasando videos, es de madrugada y la realidad es que hoy no quiero trabajar. Por eso recurro a mi lista, lo hago cuando me hace falta combustible para humanos, motivación, vaya. Abro YouTube y encuentro el discurso de un actor que me propicia a seguir adelante. Trataré de resumir a grandes rasgos de lo que habla en los 4:31 minutos que dura el video.

 

Se trata de Matthew McConaughey, quien al recibir el Oscar invitó a la audiencia a procurar tres cosas en su vida: la primera, algo que admirar, un ser supremo o una energía; segunda, un anhelo o algo a qué guardarle cariño, finalmente y más importante en esta ocasión; contar con alguien a quien perseguir, un héroe. Mencionado que el de él es: Él mismo dentro de 10 años y pasados 10 años vuelve al mismo punto, él mismo dentro de 10 años.

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Me gusta esta idea. Se asemeja de forma truculenta al planteamiento del gran Eduardo Galeano sobre la utopía, (o lo que he venido buscando desde hace 13 meses a través de esta columna, la transición a un mundo sustentable). “La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.”

México se encuentra como yo me encontraba esa mañana, falto de ganas, de un por qué y sobre todo, con ausencia importante de a quién admirar. He aprendido que la estrategia es la clave para culminar objetivos y procesos; y el saber hacia dónde nos dirigimos lo es para dejar de estar donde nos encontramos.

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A nuestros líderes, les hace falta pensar sobre situaciones que se darán cuando ellos ya no estén. Generalmente un adulto medianamente deconstruido y con salud mental hace planes para el próximo par o incluso a cinco años; doy un par de ejemplos, comprar un apartamento, cambiar de coche y viajar al mundial. Pareciera que en México se planea para los mismos periodos (cuando mucho), mientras que países como Japón, China, Finlandia y Costa Rica por poner un ejemplo cercano, plantean sus planes a periodos más largos, pudiendo cuestionar la salud mental de quien nos gobierna.

En estos países pasa que ponen al centro el país, y no el facto de la medalla que se quieren poner en el pecho al final de su periodo, por la construcción de media escuela, medio aeropuerto o en el mejor de los casos una gran casa blanca.

Me gusta soñar a 100 años

Pero a mí me gusta soñar, por un momento en ese trance, en el minuto 3:14 me fui al 2122 y me encontré con un México que supo a quién perseguir y en quién convertirse. Un México que no se resumió a un senado de abogados legislando sobre temas que desconocen y defendiendo el único color que saben pronunciar, tampoco a un país que se refugió en políticos ejecutando proyectos que no benefician más que a sus propias arcas.

En el 2122 México hizo lo correcto y se encontró con la utopía.

México en la sostenibilidad

100 años atrás, hicimos un tren de diésel que cruzó la selva, había dos opciones y el tiempo como siempre dio la razón: una era ser un visionario, utilizar el tipo de motor más eficiente de la época con un plan estructural enfocado a generar y explotar un recurso próximo a escasear y del cuál las economías dependerían y demandarían hasta mitad del siglo XXl, pues los transatlánticos y los aviones estaban lejos de ser eléctricos.

La otra posibilidad era quedar avergonzados ante los países del mundo, cuando estos encontrarán tecnologías técnicamente viables y las implementarán, siendo sustentables y trascendiendo en un abrir y cerrar de ojos.

El tiempo hizo lo propio, mientras tanto, en marzo analizaré una u otra oportunidad.

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Hay situaciones puntuales que si logramos entender, daremos los pasos correctos en la dirección adecuada cuando llegue el momento. Un ejemplo, es la eficiencia de los automóviles modernos. La relación peso/carga atendiendo lo que se requería hace 100 años para mover a una persona y lo que se necesita hoy por estar enfocados en el lujo y el confort. No se trata de producir 100 mil Teslas más y venderlos a Hertz para que estos tengan que consumir más electricidad quién sabe de qué fuente. (Ahondaré sobre el tema en la siguiente edición) o comprar ropa de fibras ecológicas y transportarlas desde el otro extremo del mundo o deforestar bosques para producirlas in situ.

Suena la alarma, hora de ir a trabajar

Ya casi despierto de este trance, pero logro ver un poco más y parece que rebasamos la utopía. México está interconectado con Centroamérica, sus desperdicios se redujeron al 0%, usa biocombustibles en las residencias, aprovecha la energía térmica y hace buen uso de sus recursos hídricos para almacenar energía (potencial).

El video de Matthew McConaughey está por terminar y viene a mi mente la conclusión cruda y contundente de este sinsentido, algo que leí en el libro de Vaclav Smil: “hay muchas cosas que podríamos hacer… pero esto requeriría una evaluación no sesgada de los datos y abordar la política energética global con una estrategia que fuese realmente a largo plazo. No veo indicios de lo uno, ni de lo otro”. Finalmente se conjuga con una frase de mi profesor de maestría: “más vale dar un paso en falso en la dirección correcta, que un gran salto en la dirección equivocada”.

Caminemos sin miedo, pero para hacerlo, pensemos antes de dar el paso. Tengamos un porqué y sobre todo sepamos a quién perseguir.

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