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El boom de las empresas con propósito

desarrollo sostenible


El camino hacia 2030 cada día es más corto y, al ritmo que vamos, será casi imposible cumplir con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible proclamada en el Acuerdo de París, en 2015; de dicha agenda se desprenden los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)

Se estima que la pandemia por COVID-19 tiene el potencial de agravar la desigualdad económica en prácticamente todos los países del mundo, como queda en evidencia en un estudio realizado por OXFAM Internacional, en el que se entrevistó a 295 economistas de 79 países. Por lo que la innovación social corporativa se ha convertido en un valor intangible fundamental.

En efecto, entre mayo de 2019 y julio de 2021 cerraron 1.6 millones de negocios, de acuerdo con cifras del Estudio sobre la Demografía de los Negocios (EDN) 2021, publicado al cierre de 2021 por el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (Inegi).

Al respecto, Alejandro Villalobos, director general de Cono Norte de Cumplo, red de financiamiento para PyMEs, argumenta: “Los ODS son un gran reto para todos, incluidas las empresas, que son parte de la solución de los grandes problemas de la humanidad. Es urgente que todos nos pongamos a trabajar para producir un cambio”.

En ese sentido, la tecnología puede jugar un rol fundamental: permite desintermediar el acceso al capital, haciéndolo más justo y rápido para los empresarios, con el fin de democratizar el sistema financiero, conectando a empresas a una red de financiamiento.

La inclusión financiera, el acceso asequible y fácil a productos financieros seguros en zonas desatendidas, está considerada como una de las claves de desarrollo para millones de personas y hace posible la consecución de siete de los 17 ODS de la ONU.

El foco en el impacto, que va más allá de la sostenibilidad, ha significado un cambio radical en cómo se paran hoy las empresas frente a la sociedad: el objetivo no es sólo ser la mejor empresa del mundo, sino la mejor empresa para el mundo (tal como propone Sistema B).

Justamente, el movimiento de Sistema B se creó con la visión de una nueva forma de hacer negocios: una que beneficia no sólo a los accionistas, sino a todas las partes interesadas; incluidos los trabajadores, los clientes, las comunidades y el medio ambiente.

Las empresas B se han convertido en la nueva forma de hacer negocios. Éstas tienen cuatro características: las motiva la creación de un impacto positivo en la sociedad y el medio ambiente, amplían el deber fiduciario de accionistas y gestores para incluir intereses no financieros, se evalúan y se comprometen a mejorar sus estándares de gestión y transparencia, y son parte de una comunidad, por medio de su declaración de interdependencia.

La rentabilidad de las empresas es clave para su crecimiento en el largo plazo, pero las startups de la región también han demostrado que la tecnología y un propósito alineado al modelo de negocios son cruciales para obtener un impacto positivo.

Estas son las características que están convocando las miradas de los inversionistas, donde las iniciativas que van más allá de su foco comercial y que buscan crear un impacto ambiental y social positivo, son las nuevas estrellas del ecosistema tecnológico latinoamericano.

“Es responsabilidad de todos el cuidado y el progreso de nuestra sociedad, y el sector privado es uno de los pilares más importantes para el desarrollo sostenible. La cuenta regresiva continúa, nos encontramos en un camino hacia un impacto permanente que puede cambiar de manera positiva la forma en que trabajamos, para el beneficio a largo plazo de todas las personas y el planeta”, concluye Alejandro Villalobos.

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