El presupuesto de carbono y el cambio de paradigma empresarial
Entre las variables económicas que las compañías contemplan para su desarrollo, hoy deben considerar la reducción en emisiones de carbono
Elena Morettini
Directora del Sustainability Studio de Globant
A fines de 1929, en tan solo seis días, la Bolsa de Nueva York se hundió y comenzó el proceso conocido como “La gran depresión”, una de las crisis económicas más importantes de la historia. Además de un sinnúmero de compañías sin liquidez y en quiebra, el crack del 29 trajo consigo una lección para el mundo corporativo: empezar a analizar el impacto de los parámetros macroeconómicos y los fenómenos globales, en un proceso que dio origen a la contabilidad moderna.
En la actualidad, la pandemia de COVID-19 ha puesto al descubierto las deficiencias sociales y medioambientales de cada país y la necesidad de que todos los actores impulsen cambios en el mediano y largo plazo. De esta manera, entre las variables económicas que las compañías contemplan, hoy deben considerar las emisiones de carbono.
Esto, ni más ni menos, es un cambio de paradigma que manifiesta que los negocios, además de solventes en lo económico, deben ser fundamentalmente sustentables. Es decir, a la hora de definir proyectos, planes y estrategias hay que tener en cuenta dos presupuestos: el financiero y otro de carbono, con la distinción de que este último es fijo e implica determinar un límite de emisiones posibles para mantener la temperatura hasta 2030.
Desde una perspectiva económica global, según un estudio de Blackrock -el principal fondo de inversiones del mundo- la eliminación de emisiones de dióxido de carbono para 2050 generará que la economía crezca un 25% en los próximos 20 años.
Cambio de paradigma
A nivel corporativo, una reciente investigación regional del Boston Consulting Group, que abordó a 300 empresas de distintos sectores; arrojó que las que tuvieron buen desempeño en términos ambientales, sociales y de gobierno corporativo, mejoraron significativamente su rentabilidad y múltiplos de valuación, en contraposición con las que mermaron en esos aspectos. Esto indica que, en la actualidad, la combinación entre rentabilidad y sustentabilidad es una condición para que las compañías prosperen.
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— Globant (@Globant) October 25, 2021
En Latinoamérica, la región más biodiversa del mundo, la inversión en bonos verdes se multiplicó por ocho en los últimos cinco años; con un alza acelerada entre 2020 y 2021, indica el Banco Interamericano de Desarrollo. Además, apunta el BID, crecerán por cuatro para el 2024.
Si a esto le sumamos que, históricamente, la gran mayoría de los países latinoamericanos están atravesados por inestabilidades económicas que impactan en el ecosistema corporativo, la alternativa de los bonos ambientales, tanto verdes como de carbono, toma más relevancia.
En México la situación es complicada ya que, por el número de habitantes en sus principales ciudades, la emisión de de CO2 es muy alta. En el caso de la Ciudad de México, la capital de país ocupa la posición 37 a nivel global en emisión de este gas; esto gracias a su población de más de 19 millones de habitantes.
Ante este panorama, es cada vez más importante que las distintas industrias de México entiendan que la sustentabilidad no debe ser un área aislada; sino que debe estar en el core del negocio. Y ser conscientes de la gran oportunidad que significa diseñar planes de negocio con presupuestos de carbono. Esto les permitirá gestionar responsablemente los impactos, crear valor para los grupos de interés y, además, promover la incorporación de tecnología; reducir costos e insertarse en nuevos mercados a partir del acceso a financiamiento.
Estamos frente a un nuevo paradigma empresarial y es el momento de abordar el desafío.
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