Día Internacional de Acción por los Ríos: La restauración combate el cambio climático
Este 14 de marzo se celebra el Día Internacional de Acción por los Ríos y contra las Represas, con el fin de implementar mecanismos que ayuden a recuperar el estado natural de estos valiosos cuerpos de agua
Los ríos regulan los ecosistemas que les rodean. Suministran agua dulce necesaria para la supervivencia de animales y plantas; llevan a través de su cauce, sedimentos y minerales que fertilizan los laterales del río, permitiendo la proliferación de todo tipo de flora.
Estos cuerpos de agua son indispensables para el desarrollo de las comunidades humanas, pues de ellos obtenemos agua dulce para nuestra supervivencia. Además de que utilizamos ésta en prácticas agrícolas y pecuarias, las cuales son la base de nuestra alimentación. De los ríos también obtenemos alimentos de forma directa, pues la pesca en río ha sido una de las actividades alimentarias más aprovechadas a lo largo de la historia.
De ahí que son beneficiosos para la biodiversidad; como forma de adaptación al cambio climático; así como medio de vida, de desarrollo económico y social de los territorios del entorno.
Principales ríos y lagos
De acuerdo con estimaciones de la Comisión Nacional del Agua (CONAGUA) en 2014, las cuencas de los principales ríos de México cubren el 65% de la superficie territorial continental del país. Y por ellos fluye el 87% del escurrimiento superficial nacional; destacan por su superficie los ríos Bravo, Balsas, Nazas-Aguanaval y Pánuco. En longitud los ríos Bravo y Grijalva-Usumacinta, seguidos por los ríos Lerma, Nazas – Aguanaval.
Asimismo, los ríos más caudalosos son el Grijalva-Usumacinta, el Papaloapan y el Coatzacoalcos. El lago de Chapala es el más grande de los lagos interiores de México con una extensión de 1 116 Km2, seguido por el Lago de Cuitzeo con una cuenca propia de 306 Km2.
Represas y contaminación, el daño humano
Desafortunadamente, al tratar de aprovechar al máximo el beneficio de los ríos, los seres humanos han potenciado mecanismos que han terminado por dañarlos y ponerlos en riesgo, dos ejemplos claros de esto es la construcción de represas y la contaminación de los ríos.
Por un lado, la construcción de presas para el aprovechamiento humano puede generar alteraciones de las rutas migratorias de peces como el salmón, que dependen del óptimo estado de los ríos para concluir su ciclos reproductivos. De esa manera afecta el equilibro ecológico que deriva de la modificación de la cadena alimenticia a la que pertenecen.
América Latina es una de las regiones del mundo que cuenta con mayor cantidad de represas, ligadas en su mayoría a la producción de energía. Estas obras de infraestructura avanzan, en muchos casos, sin contar con licencia social, y son múltiples los impactos que generan en términos ambientales y de relocalización de habitantes, gran parte de los cuales pertenecen a pueblos indígenas. Por ejemplo, la represade El Zapotillo.
La contaminación es otro factor que afecta a los ríos, debido a los desechos industriales que han sido vertidos durante años. Los cuales incluso han vuelto prácticamente imposible mantenerlos vivos. Aunque existen leyes en materia ecológica, que sancionan de manera contundente a las empresas que contaminan ríos y lagos al desechar contaminantes, esto no ha detenido la contaminación constante.
¿Por qué restaurar un río?
Restaurar un río significa restituir la posibilidad de autodepurar sus aguas. Al alternar aguas rápidas y lentas, favorece la purificación de las corrientes. Lo cual equivale a un sistema de saneamiento biológico sostenible que combate la contaminación residual. Y al quitar todas las barreras artificiales que estancan las aguas, estas recuperan toda su calidad.
Además, un curso de agua restaurado es una solución que permite mitigar el cambio climático. Porque las diversas formas de los ríos protegen la vida acuática vulnerable de los efectos del calentamiento global. Al restaurar el acceso a refugios de agua más fría para la fauna acuática, los peces pueden sobrevivir donde la temperatura del agua es más baja.
La restauración de ríos y humedales potencia las actividades económicas sostenibles; como la agricultura, pesca, deportes, observación de la naturaleza, descubrimiento cultural, restauración, ecoturismo y hostelería.
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