Diversas organizaciones de la sociedad civil se han dado a la tarea de elaborar en conjunto con otros órganos de importancia nacional para el medio ambiente, un Plan de Descarbonización y Resiliencia Climática 2024-2030. A continuación te compartimos cinco recomendaciones que nos dan para caminar hacia una transición energética justa

Establecer una política nacional

El primer paso es instituir una política nacional de transición energética justa. Es decir, con un enfoque de justicia social, ambiental y climática que incremente las metas de generación de electricidad; vía fuentes renovables en al menos 50% para 2030; y que fomente la descentralización de la generación por medio de proyectos locales y comunitarios.

Garantizar participación intersectorial

Para conseguir una transición energética justa también es muy importante crear mecanismos que aseguren la participación intersectorial en el diseño de la política nacional de transición energética. Colocar en el centro los derechos humanos, la inclusión social y la igualdad para asegurar el acceso a la energía en poblaciones remotas (pueblos-comunidades indígenas, afrodescendientes, y campesinas). Así se promovería la reducción y el uso eficiente de la energía en los sectores doméstico, industrial y en los de servicios públicos; aumentando el alcance y la ambición de las medidas de eficiencia energética.

Combatir inversión en combustibles fósiles

Contar con una estrategia y un plan de implementación para terminar con las inversiones públicas y privadas en nuevos proyectos de combustibles fósiles. Especialmente en aguas profundas, no convencionales como el fracking y otras, que atenten contra el balance de todos los ecosistemas, así como un plan de inversión para el desarrollo de combustibles alternativos (hidrógeno, biocombustibles avanzados, y más) que logren sustituir y abastecer la demanda de energía.

Plan de resiliencia

Otra necesidad es crear un plan de descarbonización y resiliencia para Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Esto permite insertarlos de manera integral en la transición energética justa. Transformaría sus procesos por unos más eficientes y de bajas emisiones; que ayuden a aprovechar su capital y capacidades humanas para el desarrollo de nuevas industrias como la geotermia.

Modernizar transporte público

Para avanzar en la transición energética, por último, acelerar la modernización de los sistemas de transporte público y el de carga es fundamental. Con ello se impulsaría la intermodalidad y electrificación de los mismos. Además de un programa de inversión pública y privada en infraestructura urbana de calidad para el transporte colectivo y masivo, renovación de flota, operación, integración e intermodalidad; así como de transmisión a nivel nacional para asegurar los puntos de conexión y recarga.

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