Perros que ayudan a cruzar el inframundo en Mesoamérica

La creencia de que los perros ayudan a cruzar el inframundo en Mesoamérica fue tan extendida, que se consideró como un rasgo común para aquellos pueblos. Todas las culturas y pueblos de la región pensaban que estos animales ofrecían auxilio a los difuntos

La historiadora Mercedes de la Garza apuntó sobre el pensamiento de nahuas, mayas y otros pueblos de Mesoamérica. En ellos se indica que el perro fue el guía de los espíritus de quienes fallecieron hacia el inframundo. Dicho rasgo también era compartido por los griegos.

Los seres que en las mitologías o religiones tienen el papel de conducir las almas de los muertos hacia la ultratumba, el cielo o el infierno se les conoce como psicopompo. El origen etimológico de esta palabra viene de psyche (alma) y pompós (el que guía).

Históricamente, el perro ha sido un inseparable compañero de los hombres en la vida y en la muerte. La relación de los pueblos mesoamericanos con los xoloitzquintle y demás razas autóctonas era estrecha y especial.

Un testimonio de esto son las figurillas de barro del occidente de México. Estas representan hombres enfermos o moribundos postrados en un petate o una cama con varios perros en sus piernas.

Los perros y sus poderes en la época prehispánica

A causa de su sensibilidad y sus capacidades, desde la época prehispánica se les han adjudicado poderes. Estos no los tienen los seres humanos, como el hecho de sentir presencias extrañas.

Tanto los pueblos nahuas como los mayas creían que cuando el espíritu del muerto llegaba al gran río del inframundo, encontraba al de su perro. Luego montaba sobre su lomo para atravesarlo nadando y arribar al recinto del dios de la muerte, sin embargo, lograr ese propósito requería del sacrificio de dicho animal y en muchas ocasiones lo enterraban con él.

El Códice Laud muestra al espíritu de un muerto que llega al Mictlantecuhtli, la deidad de la muerte entre los mexicas y otros nahuas, al lado del espíritu de su perro.

El animal era un xoloitzcuintle por su poco pelaje y ambos realizan una ofrenda de papel al dios del inframundo.

Diferentes fuentes afirman que cuando llegaba dicho momento, al final de un largo y peligroso camino, los espíritus descansaban de manera definitiva.

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