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Fracking, una amenaza oculta para el agua y la salud

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El fracking, técnica para extraer hidrocarburos de lutitas, tiene impactos negativos significativos, incluyendo escasez de agua, contaminación, problemas de salud y contribución al cambio climático, poniendo en riesgo comunidades y ecosistemas

¿Qué es el fracking?

El fracking, o fracturación hidráulica, es una técnica utilizada para extraer hidrocarburos de lutitas o shale, que son formaciones rocosas poco permeables donde se encuentran atrapados el petróleo y el gas natural. Estos hidrocarburos están situados a profundidades de entre mil y cinco mil metros, y su extracción requiere perforar un pozo vertical y luego realizar perforaciones horizontales en la roca, que pueden extenderse varios kilómetros. A través de estos pozos, se inyecta una mezcla de agua, arena y sustancias químicas a alta presión, fracturando la roca y permitiendo el flujo de hidrocarburos. Sin embargo, este proceso tiene un impacto ambiental y social considerable.

Consecuencias en el medio ambiente

Una de las consecuencias más preocupantes es la disminución de la disponibilidad de agua. La fracturación de un solo pozo puede requerir entre 9 y 29 millones de litros de agua. Con un ritmo de explotación anual que podría alcanzar los 9 mil nuevos pozos, se estima que el agua necesaria podría abastecer el consumo doméstico de entre 1.8 y 7.2 millones de personas. Esto es particularmente grave en regiones con alto estrés hídrico, como Coahuila y Nuevo León, donde la escasez de agua ya es un problema.

Además, el fracking ha sido asociado con la contaminación de fuentes de agua. Más de mil casos documentados en Estados Unidos muestran cómo los fluidos de fracturación, que contienen sustancias altamente tóxicas, han contaminado acuíferos. La salud de las comunidades cercanas también se ve comprometida, con un 25% de los químicos utilizados en la fracturación relacionados con cáncer y mutaciones.

En términos de emisiones, el fracking contribuye significativamente al calentamiento global. El metano, un gas de efecto invernadero que es 86 veces más potente que el dióxido de carbono a corto plazo, se emite en grandes cantidades durante la extracción. Además, los pozos de inyección utilizados para deshacerse del agua contaminada pueden provocar sismos, como se ha evidenciado en varios estados de Estados Unidos.

La industria del gas shale ha reconocido que un alto porcentaje de sus pozos no son económicamente viables, lo que plantea dudas sobre la sostenibilidad de esta práctica. El fracking no solo representa un riesgo ambiental y social, sino que también es una alternativa energética costosa e insostenible.

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