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COP30, la oportunidad para reconocer al bioma Amazónico y a las comunidades indígenas

COP30


A poco más de un año de llevarse a cabo la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) de 2025, cuya meta global será la adaptación, el gobierno de Brasil tiene la gran oportunidad de poner sobre la mesa un tema crucial para el futuro del planeta: la Amazonía y las comunidades indígenas cuidadoras de este ecosistema

Belém, estado de Pará, Brasil, conocida como ‘la puerta de la Amazonía’, será sede de la COP30, se hará un reconocimiento al papel central que desempeña la selva tropical en la geopolítica y la economía del planeta.

Debido a la localización de Brasil y su posición reciente en la presidencia del G20 (la cual reúne a los países responsables del 80 por ciento de las emisiones de gases de efecto invernadero), la COP30 representa una ocasión significativa para conectar con diferentes procesos en donde el liderazgo de América Latina está sobresaliendo, así señala Sandra Guzmán, directora General del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC). 

Para Sandra, que Brasil presida el G20 y posteriormente la COP30 conlleva un liderazgo en la región que permite dar secuencia a procesos que van de la mano con otros eventos de importancia mundial como la COP16 de biodiversidad, que se realizará en Cali, Colombia. De esta manera se fortalece la posición de la región en la agenda internacional y, adicional, la protección de la Amazonía, uno de los grandes estandartes del presidente de Brasil, Lula da Silva.

El legado de Lula da Silva

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Luiz Inácio Lula da Silva

Hay que recordar que Luiz Inácio Lula da Silva arribó a la silla presidencial en 2003 luego de postularse en tres ocasiones y de tener una participación activa en las huelgas contra la dictadura militar de 1964. A su llegada al poder, llevó a Brasil a incrementar su PIB al triple, al punto de que actualmente es considerada la economía más fuerte de América Latina y el Caribe y representa el 60 por ciento del producto de América del Sur, según la International Monetary Fund. 

Una de las principales motivaciones de Lula a lo largo de su vida fue la promoción de los derechos laborales, buscando la presidencia sin un título universitario, pero sí con una larga trayectoria de activismo político en beneficio de la clase trabajadora, a través de la cual logró disminuir la pobreza en Brasil, el desempleo y la tasa de inflación, a la par de liquidar varias deudas internacionales. En el plano medioambiental, las políticas que promovió Lula fueron encaminadas a disminuir la deforestación, entre 2004 y 2012 (sus dos períodos presidenciales que van de 2003 a 2012) ésta disminuyó de 27,700 kilómetros cuadrados por año a 4,500 kilómetros cuadrados por año, según el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE) de Brasil.

Esto gracias a la creación de zonas de conservación y reservas indígenas, así como al sistema de compensación de carbono auspiciado por las Naciones Unidas y al Fondo Amazonía, un mecanismo de financiamiento internacional para proteger la mayor selva tropical del planeta. Sin embargo, cuando Dilma Rousseff, luego Michel Temer y finalmente Jair Bolsonaro ocuparon la presidencia de 2011 a 2022, el tema medioambiental quedó en el olvido. En este nuevo período presidencial que va de 2023 a 2027, Lula da Silva reactivó el Fondo Amazonía, decretó el combate a la deforestación, así como propuso a Marina Silva, ecologista y pedagoga, en la dirección de la Secretaría de Medio Ambiente y a Sonia Guajajara, líder indígena reconocida a nivel internacional, en el Ministerio de los Pueblos Indígenas

Deforestación al tope, pero disminuyendo y recibe apoyo del Fondo Amazonía

cop30El tema medioambiental es un gran reto para Brasil, aunque según el INPE, las denuncias por deforestación en la región amazónica disminuyeron cerca de 49.8 por ciento del 1 de agosto de 2022 al 31 de julio de 2023, sin embargo, entre septiembre y octubre de 2023 la Amazonía reportó el mayor índice de incendios en los últimos 25 años; mientras que en el primer semestre de 2024 se redujo 42 por ciento en comparación con el mismo período de 2023.

Aún con ello, hay resultados alentadores, ya que han aumentado los controles en 200 por ciento en las instancias que corresponden al Instituto Chico Mendes para la Conservación de la Biodiversidad y del Instituto de Recursos Naturales Renovables y Ambientales de Brasil, quienes aumentaron las multas en más de 320 por ciento y 100 por ciento, respectivamente, de acuerdo con declaraciones de la ministra Marina Silva. Con lo cual se espera que cambie un poco el panorama.

Además de que en julio de 2024, la Unión Europea donó 20 millones de euros para el Fondo Amazonía contra la deforestación y para abrir alternativas de generación de ingresos para las comunidades locales de la selva amazónica. 

Al mismo tiempo, el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil (BNDES) dió un crédito de 300 millones de euros (USD 326 millones) destinados a proyectos de transición energética, descarbonización y energía limpia. Según Aloizio Mercadante, presidente del BNDES, este apoyo beneficiará a los 29 millones de habitantes de la Amazonía.

Otro reto son los combustibles fósiles, puesto que el objetivo aprobado por Lula da Silva es aumentar la producción de 3 millones de barriles diarios en 2022 a 5.4 millones al final de la década; y explotar los yacimientos situados cerca de la desembocadura del Amazonas para Petrobras. Lo cual no coincide con disminuir las emisiones de CO2, con contribuir a la transición energética, ni con proteger la Amazonía. De modo que es un tema a monitorear de cara a la COP30.

COP30, un posible megáfono indígena

La problemática de la Amazonía también abarca a las comunidades indígenas protectoras y habitantes de la región como los yanomami. Quienes se encuentran en una crisis humanitaria, declarada emergencia sanitaria por Lula da Silva al asumir la presidencia. La comunidad indígena yanomami enfrenta una crisis severa, marcada por enfermedades, desnutrición y la amenaza de la delincuencia relacionada con la minería ilegal en la Amazonía. Esta actividad extractiva contamina los ríos con mercurio, causando graves problemas de salud.

Para Darío Kopenawa, vicepresidente de la Asociación Yanomami Hutukara, “todavía hay muchos mineros ilegales en tierra yanomami, muchos muertos. Nuestra salud es mala, las minas vuelven a crecer y nuestros ríos están contaminados. El gobierno federal debe sacar a los mineros de nuestra tierra para mejorar la situación, para que se pueda restablecer la salud y la vida de los niños y las mujeres”.

Frente a este panorama, Sandra Guzmán, también Doctora en Filosofía con especialidad en Política, enfatizó que la Conferencia en Belém, ofrece una oportunidad vital para visibilizar tanto los aspectos positivos como negativos de esta vasta y vital región. “Es importante visibilizar el rol tan importante que tiene la Amazonía no solo por su biodiversidad, sino por los servicios ecosistémicos que proporciona, como el ciclo hídrico y la oxigenación”.

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Darío Kopenawa, vicepresidente de la Asociación Yanomami Hutukara.

Además, la Conferencia brinda la oportunidad de impactar en las comunidades locales, especialmente las indígenas, quienes pueden elevar su voz sobre los riesgos que enfrentan y el rol crucial que juegan como protectoras de la Amazonía. El último informe del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) reconoce el conocimiento tradicional de las comunidades indígenas, luego de años de haber pasado desapercibidas, pero esto no se ha traducido en un mayor apoyo financiero.

“De hecho, hay un informe que habla en América Latina de todo el financiamiento climático que se ha movilizado, menos del 1 por ciento ha llegado a comunidades y pueblos indígenas”, aseguró Sandra.

Lamentablemente hay riesgos, la deforestación y los intereses empresariales en la Amazonía siguen siendo una amenaza constante. De ahí que hay organismos e instituciones que especulan sobre el gran potencial de hidrocarburos y minerales existentes en la zona. Por ello, es de vital importancia generar acuerdos internacionales que garanticen la protección de estas comunidades.

“En la Convención de Cambio Climático, en la Convención de Biodiversidad (COP16), estamos hablando de la importancia de estos territorios, pero aún no hemos logrado generar los mecanismos, las regulaciones, la gobernanza para protegerlos de manera más estructurada y con más fuerza”, agregó.

Cabe hacer mención que durante la COP16 en Cali, los países participantes presentarán avances en sus estrategias y planes de acción sobre biodiversidad, uno de los compromisos del Marco Global de Biodiversidad Kunming-Montreal, adoptado en diciembre de 2022 por 196 naciones; y desde agosto han realizado actividades previas al inicio formal de la Convención.

Sin procesos invasivos, con capacitaciones a las partes

Preparar la Amazonía para recibir la COP30 será un desafío, especialmente considerando problemas como las inundaciones recientes en Belém, la infraestructura de la ciudad y que es la entrada a la parte baja del Amazonas en Brasil. El Gobierno de Brasil está ampliando la capacidad hotelera de la localidad para recibir a la COP30. La estrategia incluye el uso de cruceros atracados en el puerto de la ciudad, que añadirán alrededor de 4,500 habitaciones adicionales para albergar a los miles de participantes esperados en el evento.

El plan también contempla la reforma del puerto de Belém, duplicando su área hasta cerca de 4,000 metros cuadrados, en colaboración con empresas de los sectores de turismo y navegación. Además, se están construyendo dos nuevos hoteles en la región portuaria y se están modernizando los establecimientos existentes, lo que contribuirá a mejorar la infraestructura turística de la ciudad de cara al evento, así informa el gobierno brasileño.

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Sandra Guzmán, directora General del Grupo de Financiamiento Climático para Latinoamérica y el Caribe (GFLAC).

Si bien estas acciones benefician a la economía de la ciudad en términos turísticos, para Sandra es fundamental tener una preparación informativa adecuada para las comunidades y las y los negociadores. “El gobierno va a tener que hacer un esfuerzo muy importante de acercar la información a las comunidades, a las poblaciones, que sepan qué se va a desarrollar y que permita un proceso participativo y no invasivo”.

Se presentan dos caras de la moneda, al seleccionar Belém como sede para realizar la COP30 hay opiniones encontradas. Entre ellas, el posible impacto negativo de las y los visitantes “como una manera de extraterritorializar los procesos de colonización”. Mientras que, por otro lado, se encuentra la visión de aquellos que nunca han podido evidenciar la riqueza de la selva. Cosas tan básicas como palpar la tierra, lo cual lleva a un momento de conexión o de encuentro con la naturaleza amazónica. De manera que es una oportunidad de conectar a la persona, a la comunidad, con la naturaleza de una manera mucho más armónica.

De ahí que las capacitaciones también deben enfocarse en las y los negociadores, transmitirles el respeto al territorio que es sagrado, un territorio que tiene mucho que brindar. “Este es un llamado para que el gobierno de Brasil pueda fomentar la capacitación en ambas vías”, dijo Sandra. 

El centro de la conversación: adaptación climática con financiamiento

Una de las mayores necesidades del sur global, incluyendo la Amazonía, es mejorar la capacidad adaptativa y de resiliencia ante los impactos del cambio climático. De ahí que la COP30 busca definir los indicadores de la meta de adaptación, visibilizar que no puede haber acción climática sin protección de la naturaleza y que para ello se tiene que proteger la biodiversidad.COP30

El principal objetivo es lograr planes aterrizados para que la Amazonía y los países que son amazónicos puedan tener planes de protección de la naturaleza como una de las medidas más importantes para la adaptación al cambio climático.

Esto sólo se puede hacer llevando a nivel político la aprobación de financiamientos para que esos planes se implementen y lleguen a las poblaciones locales e indígenas, y se lleven a cabo de manera efectiva. Se pueden generar sinergias interconectando narrativas provenientes del G20, G7, COP16 en Cali, la Global Tax Convention y la Asamblea General de las Naciones Unidas, entre otras.

La movilización de financiamiento trae a cuenta una medida propuesta por Brasil en el marco del G20, el impuesto global a la riqueza. Esta se convierte en una opción para mejorar la movilidad de financiamiento dirigido a fortalecer el papel de las comunidades indígenas en la lucha contra el cambio climático y a garantizar que se traduzcan en acciones concretas y efectivas.

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Apostarle a una Cumbre Latinoamericana

De igual modo, desde la perspectiva de Natalia Lever, directora para México y América Latina de The Climate Reality Project, un tema clave es el financiamiento. Por ello, la COP30 debería reflejar los intereses y preocupaciones de toda América Latina, no solo de Brasil. “Si bien Brasil es un actor muy importante en la región, también recordemos que México es uno de los países más contaminantes a nivel global”, indica. 

Para Natalia, la importancia de integrar la región latinoamericana va dirigida a abordar problemas compartidos, que aunque cada país tiene prioridades diferentes, la manera de afrontar el cambio climático puede ser similar. Por ejemplo la integración de delegaciones grandes de África, quienes plantean posturas conjuntas y eso les ha llevado a obtener el 70 por ciento del financiamiento climático. 

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Natalia Lever, directora para México y América Latina de The Climate Reality Project.

El G20 como antesala de la COP30 cuenta con la participación de países clave como México, Brasil y Argentina. Estos países, que forman parte del grupo responsable de la mayoría de las emisiones globales, tendrán la tarea de debatir y revisar sus Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs). Estas contribuciones son los compromisos que cada país hace bajo el Acuerdo de París para mitigar el cambio climático. Desde el acuerdo en 2015, el consenso global ha sido claro: todos los países deben tomar medidas, aunque las responsabilidades varíen según las capacidades y circunstancias nacionales.

De acuerdo con Natalia, a pesar de conocer las soluciones necesarias, como la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles, promoción de energías renovables, mejora de la eficiencia energética, y la transición hacia la movilidad eléctrica y compartida, los recursos para implementar estas medidas son insuficientes, especialmente en el sur global. 

Hoy en día se sigue sacrificando la Amazonía para la producción de carne, lo que tiene consecuencias devastadoras a nivel regional y global. Las inversiones en combustibles fósiles siguen siendo altas, mientras que la inversión en soluciones climáticas es deficiente. Esta situación se agrava por la falta de acceso a capital privado y las dificultades económicas relacionadas con la deuda y la inflación a nivel Latinoamérica.

Por otro lado, la corrupción juega un papel fundamental, sobre todo en la industria de los combustibles fósiles. La riqueza concentrada en esta industria facilita prácticas corruptas, lo que obstaculiza la transición hacia energías más limpias. A pesar de que las energías renovables ofrecen oportunidades para una producción descentralizada y democratizada de energía, la resistencia por parte de los poderosos intereses económicos sigue siendo fuerte.

¿La alfombra roja de las empresas y gobiernos “verdes”?

La cantidad de personas que están atendiendo las COP es irrisoria, muchas veces van a promover sus empresas y en las negociaciones nunca están. Es decir, no están involucrados en los procesos per se de negociación, a veces no tienen ni idea de qué va la negociación, cuenta Sandra.

Cabe recordar lo que en algún momento nos comentó Luis González Lozano, director de Data Legal Abogados y de la asociación civil Cambio de Ruta, el riesgo de que, como en pasadas COP, el evento pueda ser utilizado como una “alfombra roja” para empresas y gobiernos que buscan aparentar sostenibilidad sin un compromiso real, que no tienen una preocupación en los procesos colectivos, sino que persiguen intereses particulares y personales.

Al respecto, Sandra pidió a las personas sin un rol específico a que no asistieran a las COP30. “No hace sentido una COP30 de 50 mil personas, cuando muchas de esas personas en lugar de generar un impacto positivo van a generar un impacto negativo”. Llamó a ser más juiciosos con sus decisiones de cuándo ir, cuándo no y qué tanto van a jugar un rol que sea benéfico para los temas que se van a discutir en la Conferencia.

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