Conservación del jaguar, en el fuego cruzado de la lucha antidrogas
El narcotráfico invade áreas protegidas en Centroamérica, amenazando la conservación del jaguar. Un estudio muestra que el 69% de la población de estos felinos habita en zonas afectadas, lo que urge revisar políticas antidrogas y de conservación
El estudio reciente publicado en Biological Conservation reveló que dicho porcentaje de la población estimada de jaguares en el Corredor Biológico Mesoamericano (CBM) habita en zonas de interés para actividades del narcotráfico. La presencia de cárteles de drogas en áreas remotas y protegidas ha generado impactos que van desde la construcción de carreteras y pistas de aterrizaje ilegales hasta la expansión de la ganadería. Lo cual, según el estudio, representa graves amenazas para la vida del jaguar, ya que fragmenta su hábitat y aumenta la deforestación.
Las áreas protegidas, pensadas para la conservación de especies como el jaguar, se están convirtiendo en sitios estratégicos para los cárteles debido a su lejanía y la escasa presencia humana, señala el profesor Nicholas Magliocca, autor principal del estudio y profesor de la Universidad de Alabama.
“Estimamos que aproximadamente el 69% de la población de jaguares en el CBM se encuentra en áreas de mayor idoneidad para los narcotraficantes”, puntualizó el investigador.
Además, se observó que las poblaciones de jaguares en áreas protegidas tienen entre 2.5 y 34 veces más probabilidades de estar en zonas de alto riesgo por actividades del narcotráfico que aquellas fuera de dichas áreas.
Repensar estrategia de conservación e impacto de políticas antridrogas de EUA
Para Neil Carter, coautor del artículo y profesor de la Universidad de Michigan, estas cifras enfatizan la necesidad de repensar la estrategia de conservación.
“Las áreas protegidas pueden no ser la única solución para el jaguar. Los corredores de hábitat fuera de ellas, manejados por comunidades locales e indígenas, también son fundamentales para la conservación”, explicó Carter.
El estudio sugiere que las políticas antidrogas, como las impulsadas por Estados Unidos en el CBM, deben considerar los impactos indirectos en la biodiversidad. “Queremos llamar la atención sobre los costos no deseados de la política antidrogas actual para aplicar una estrategia a largo plazo”, indicó Magliocca.
En suma, los investigadores resaltan que el apoyo financiero y el empoderamiento de las comunidades locales podrían ofrecer una alternativa viable para reducir la participación en economías ilícitas, mejorar la conservación y proteger la biodiversidad en riesgo.
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