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Fortaleza en tiempos de crisis: la resiliencia de las fintech

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En un panorama competitivo y en constante evolución como el de la industria fintech, las empresas enfrentan una presión constante para adaptarse y evolucionar ante las crisis. AlquimiaPay, una empresa mexicana en el sector financiero, ha demostrado ser un ejemplo de resiliencia al enfrentar diversas adversidades internas y externas

La capacidad de AlquimiaPay para enfrentar retos no es producto del azar, sino de una estrategia sólida que combina innovación tecnológica, un enfoque centrado en el cliente y una visión a largo plazo. En medio de escenarios complejos, como fluctuaciones económicas globales y desafíos internos relacionados con la gestión operativa, la compañía ha fortalecido su infraestructura tecnológica y optimizado sus procesos para garantizar un servicio estable y seguro.

Las empresas en crecimiento suelen enfrentar desafíos internos que ponen a prueba su estructura organizativa. En el caso de AlquimiaPay tras 10 años en el mercado, estos obstáculos se convirtieron en oportunidades para revisar y mejorar sus operaciones.

En agosto de este año, la fintech enfrentó un ataque masivo a sus sistemas, resultado de una infiltración tanto interna como externa. Este incidente desencadenó una serie de problemas críticos en su infraestructura, llevando a un cierre parcial de operaciones. La situación se agravó cuando, a través de redes sociales, comenzaron a circular rumores infundados sobre una supuesta bancarrota de la compañía.

Esta ola de desinformación fue aprovechada por diversos actores que difundieron versiones erróneas con la intención de perjudicar la reputación de AlquimiaPay. En cuestión de días, la crisis se intensificó al ser retomada por los medios de comunicación, generando confusión y alarma entre los clientes de la fintech mexicana.

AlquimiaPay, bajo la dirección de su CEO Sergio Loredo, se encuentra en un proceso de reestructuración integral que marca un antes y un después enfocados en consolidar su posición en el sector fintech, la empresa ha invertido significativamente en tecnología de desarrollo propio. Lo que les ha permitido optimizar sus procesos y ofrecer soluciones financieras más seguras y personalizadas. Estas innovaciones tecnológica y financiera no solo fortalece su capacidad operativa, alejándose de plataformas genéricas para crear herramientas únicas diseñadas específicamente para las necesidades de sus usuarios.

Paralelamente, la empresa ha renovado su estructura interna, acompañando una importante inversión de capital financiero destinada a fortalecer sus capacidades tecnológicas y operativas. Esto ha permitido la incorporación de talento altamente especializado en áreas clave como ingeniería, diseño de experiencias digitales y análisis estratégico, así como la formación de un equipo legal robusto que acompaña cada etapa del proceso, asegurando el cumplimiento normativo y garantizando la sostenibilidad de sus operaciones.

El caso de AlquimiaPay es un claro testimonio de resiliencia y aprendizaje en un sector donde la confianza es un activo fundamental, no se recupera de la noche a la mañana aunque el camino  es largo y la fintech deberá continuar trabajando en el proceso de pagos y conciliación con sus clientes, los actores que han acompañado su recorrido en los últimos cinco meses han logrado generar certeza y una nueva perspectiva este esfuerzo conjunto traza un horizonte positivo para la fintech mexicana, que se perfila como un ejemplo de superación y fortaleza.

El ecosistema fintech en México ha experimentado un crecimiento acelerado en los últimos años, consolidándose como un sector clave en la transformación digital de los servicios financieros. Sin embargo, No todas las empresas logran superar las crisis financieras que enfrentan, y cuando fallan, las consecuencias afectan no solo a la organización, sino también a sus clientes y al entorno económico. Los casos recientes en México muestran cómo la mala gestión y la falta de previsión pueden llevar al colapso, dejando importantes lecciones sobre la importancia de una administración responsable.

La quiebra de Famsa en 2020 dejó a miles de clientes en incertidumbre, especialmente a los usuarios de Banco Ahorro Famsa, quienes temieron por sus ahorros y créditos. Aunque el IPAB protegió depósitos dentro de ciertos límites, la crisis dañó la confianza en la empresa, evidenciando los riesgos de una mala gestión financiera.

El caso de Accendo Banco, que perdió su licencia en 2021, reveló graves irregularidades financieras y de gobierno corporativo. La Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV) detectó inconsistencias en su capitalización y prácticas riesgosas que comprometieron su estabilidad. Miles de clientes quedaron afectados, enfrentando problemas para recuperar sus ahorros y gestionar créditos. Aunque el IPAB protegió depósitos hasta el límite asegurado, el caso puso en evidencia la fragilidad de ciertas instituciones financieras y la necesidad de una mayor supervisión para evitar riesgos sistémicos.

A pesar de las garantías ofrecidas por el IPAB como “fondo de protección”, numerosos afectados de ambos bancos siguen sin recibir los pagos correspondientes, evidenciando un retraso crítico que se extiende por más de 30 años. Esta situación no solo pone de manifiesto la vulnerabilidad de los clientes, sino también las deficiencias en los mecanismos de resarcimiento, alimentando la desconfianza en el sistema financiero y resaltando la urgente necesidad de implementar reformas estructurales.

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