Vanessa Bauche, una voz para las mujeres indígenas en “Juegos Interrumpidos”

Vanessa Bauche interpreta a una mujer indígena mazateca en “Juegos Interrumpidos”. Enfrenta la violencia de género, familiar, discriminación, enfermedad, pobreza extrema y tráfico infantil. Pero también muestra la fortaleza de estas mujeres en México
El amor a su hija, a su hijo, su fe y el mazateco enraizados en Victoria son la médula que sostiene su fuerza. Una mujer cuyo espíritu se mantiene alto en una trama de “Juegos Interrumpidos”, donde a pesar de enfrentar la discriminación por ser indígena y mujer, además se convierte en buscadora.
Vanessa Bauche personifica a Victoria Esteban, junto a un elenco conformado por Ian Andrade, Silvia Navarro, David Chocarro, Jorge Salinas, Luis Felipe Tovar, Roberto Sosa, Irán Castillo y Laura Carmine. Bajo una producción de Carlos Moreno Laguillo y la dirección de Luis Eduardo Reyes. Un trabajo apoyado por Save The Children México y presentado con dos temporadas en la plataforma de streaming VIX.
Para la actriz de “Amores perros”, en entrevista, es sumamente importante y significativo participar en la primera serie de Televisa Univisión en la que se utiliza una lengua originaria, el mazateco, como el hilo conductor y espiritual de la trama. “Que apela a la memoria del corazón a través de la musicalidad del personaje de Victoria y del niño que es secuestrado y vendido en una red de tráfico a Estados Unidos para la adopción”.
Este es el personaje más arriesgado de su carrera porque dice frases en mazateco con la entonación más cercana al uso de la lengua. Para lograrlo trabajó de la mano del antropólogo Héctor Santaella, y de Cheva, una mujer mazateca que la entrenó.
“‘Juegos Interrumpidos’ abraza muchas de mis causas como ningún otro proyecto, por eso mi compromiso para encarnar a Victoria fue muy profundo. Una profunda preparación espiritual, física, intelectual, social, humana; y hay mucho amor, mucho amor puesto en el proyecto y en Victoria”.
“La sustancia” en México
La industria es rapaz, antropófaga, voraz, es implacable con el paso del tiempo para las mujeres que nos dedicamos a esto. “La demanda por ser cada vez más bellas y jóvenes es brutal. Uno pensaría que ya se han desnormalizado estas formas de violencia, pero no, lo estamos viendo precisamente con lo que pasó con Demi Moore”, cuenta Bauche, haciendo referencia a “La sustancia” (2024) de Coralie Fargeat.
En voz de la artista, esta película hace una brutal denuncia contra la discriminación y exigencias estéticas anti natura contra las mujeres que dejan de ser consideradas carne fresca dentro de la industria. Al no cubrir el estándar de belleza, juventud, frescura y “perfección” son desechadas. A pesar del éxito en Cannes y de ser aclamada por la crítica, irónicamente “a Demi Moore, le pasó lo que a su personaje: terminó ganándole el Oscar una muy joven actriz”.
Ese es uno de los panoramas para las actrices en la industria. Se agrega el riesgo que implica la encarnación de los personajes. Este fenómeno es muy común en la industria. Ejemplos de ello hay varios. Tan sólo Bos Hoskins al personificar a Eddie Valiant en “¿Quién engañó a Rogert Rabbit?” aseguró que acudió a tratamiento psicológico tras realizar ese papel. O Linda Blair, al interpretar “El Exorcista”, perdió la posibilidad de participar en otros trabajos escénicos, tuvo un problema de adicciones y marcó su carrera profesional.
Las mujeres raíz
De ahí que Victoria Esteban para Bauche representó un gran reto y sobre todo una gran responsabilidad, debido a que encarna a una mujer raíz. Las mujeres indígenas que por su color de piel, por su lengua, sus carencias, el origen y forma de vestir sufren el rechazo de la sociedad y a su vez sostienen los pilares de la multiculturalidad mexicana: la lengua indígena, los usos y costumbres, una maternidad con violencia familiar extrema, padeciendo cáncer y por encima de esto, su fe, misma que la dota de una fuerza sobre humana para sostenerse en vida, con la esperanza de encontrar al hijo que le desaparecieron, y al que aún le canta.
Victoria, le ha dado a Bauche la posibilidad de honrar estas vidas, de visibilizar y sensibilizar a la audiencia sobre la deuda histórica que seguimos teniendo con nuestros pueblos originarios y con las madres buscadoras. El compromiso que implica representar a una de las muchas mujeres, a las que desde su labor social Bauche ha acompañado es inconmensurable y total.
En ese sentido, la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) de 2022 muestra que las mujeres indígenas sufren mayor discriminación que los hombres, porque ser mujer es otro motivo. Además de su forma de vestir, peso, estatura, creencias religiosas, manera de hablar, clase social, edad, el lugar donde viven, la orientación sexual y alguna discapacidad. Al punto de que la encuesta indica que al 26.9% de la población indígena se les negó sus derechos en los últimos cinco años.
Interpretación y representación digna
“El tipo de trabajo que yo hago como actriz es despersonalizarme. Es alejarme lo más posible de mí, correr riesgos que tienen que ver con la interpretación y la representación digna y amorosa de las mujeres más vulneradas de mi país”, señala la actriz que recientemente fue distinguida por su trayectoria artística y compromiso con las causas sociales en el primer Festival Internacional de Cine de Teotihuacán.
Bauche lleva su labor actoral a un nivel de calidad poco visto en México. Por ello procura no repetir personajes y hacer una diferenciación clara entre uno y otro. Por ejemplo, cuando interpretó a Susana de “Amores perros”, tuvo múltiples invitaciones a personificar nuevamente papeles con esa naturaleza e inclusive con el mismo uniforme de preparatoria, pero ella decidió no hacerlo, pues cada personaje que construye finamente tiene una esencia única. Para la actriz hay tantas vidas, a representar, tantas historias por contar que no le ve el caso a repetirse.
“Toda la ficción, todos los personajes, nacen de una mujer real. Todas las historias de ficción nacen de personajes de la vida real. Fueron inspirados por alguien de la vida real. Entonces, yo tengo la responsabilidad de honrar esa existencia y si la interpreto lo más realista y humanamente posible, alguien del otro lado de la pantalla, del escenario, el público, alguna vida se va a identificar y va a reconocerse. Ahí es donde podemos provocar un cambio de conciencia y para eso es mi trabajo”, concluye.
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