Hanging House: la casa suspendida de Gerbilsky Wainberg en Valle de Bravo

En Valle de Bravo, uno de los destinos más emblemáticos de México por su lago y sus paisajes boscosos, se levanta la Hanging House, un proyecto del arquitecto Luciano Gerbilsky. Reconocido por su interés en integrar la arquitectura con la naturaleza, Gerbilsky plantea aquí un reto singular: diseñar una vivienda que dialogue con un terreno de fuertes pendientes y grandes peñones, sin interrumpir la fuerza del entorno.
La respuesta a ese desafío fue concebir una casa suspendida, que se extiende en plataformas elevadas y volúmenes estratégicamente distribuidos. Lejos de luchar contra las condiciones accidentadas del terreno, la propuesta las convierte en aliadas, permitiendo que la vivienda flote entre los árboles y se asome al lago. El concepto de suspensión se transforma en una metáfora de equilibrio: entre lo natural y lo habitable, lo sólido y lo ligero.
Desde el inicio, la intención fue clara: crear un proyecto en el que la arquitectura se perciba como una prolongación del paisaje. La Hanging House no busca imponerse, sino integrarse con el bosque circundante y aprovechar las vistas privilegiadas hacia el lago. Cada decisión de diseño responde a esa premisa, generando una experiencia en la que el habitar se convierte en una inmersión constante con la naturaleza.
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Retos constructivos y soluciones de diseño
El proceso constructivo de la Hanging House enfrentó grandes desafíos. El terreno irregular y las enormes rocas del sitio obligaron a pensar en soluciones poco convencionales. Para Gerbilsky, estas condiciones no fueron un obstáculo, sino la oportunidad de crear una arquitectura distinta. “El proyecto nace de entender que la casa no podía pelear con el terreno, sino trabajar con él”, explicó.
Una de las decisiones más importantes fue levantar la vivienda sobre columnas y estructuras metálicas, permitiendo que la topografía permaneciera prácticamente intacta. Con ello, se evitó el desmonte de árboles y se preservó la esencia del bosque. “Queríamos que la casa se sintiera ligera, como si flotara entre los árboles, sin interrumpir lo que ya estaba ahí”, señaló el arquitecto.
La elección de materiales también respondió a esa búsqueda de integración. El uso de cristal, acero y madera no solo resolvió cuestiones técnicas, sino que potenció la conexión visual con el paisaje. Gerbilsky comentó que “cada muro acristalado es una ventana al bosque o al lago, una invitación a recordar que se vive dentro de la naturaleza, no aislado de ella”.
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Experiencia del habitar y relación con el entorno
Más allá de los aspectos técnicos, la Hanging House fue concebida como un espacio para vivir en armonía con el entorno natural. Desde cualquier punto de la casa, los habitantes pueden contemplar el bosque y el lago, convirtiendo el paisaje en un elemento cotidiano de la experiencia. “Lo más importante era que cada momento de la vida en la casa estuviera acompañado por la naturaleza”, explicó Gerbilsky.
La disposición de las áreas interiores responde a esa intención. Los ventanales de piso a techo, las terrazas y los balcones prolongan la vida hacia el exterior. “La casa no se cierra en sí misma, se abre al bosque. Queríamos que la frontera entre interior y exterior se desdibujara”, comentó el arquitecto. Esta apertura genera una sensación de amplitud y libertad, incluso en un terreno accidentado.
La luz natural es otro de los protagonistas del diseño. Gracias a la orientación de la vivienda y al uso estratégico de ventanales, los espacios se iluminan de forma cambiante a lo largo del día. Este efecto potencia la percepción del entorno como parte integral del proyecto. Para Gerbilsky, “la casa se transforma con el paso de las horas y de las estaciones, igual que lo hace el paisaje”.
La Hanging House, en Valle de Bravo, se convierte así en un ejemplo de cómo la arquitectura puede dialogar con la naturaleza y ofrecer experiencias habitables únicas. No se trata solo de un proyecto residencial, sino de una propuesta que replantea la relación entre el ser humano y su entorno inmediato. En palabras de su autor: “La casa debía ser un puente con el bosque y el lago, nunca una barrera”.