Finaliza COP29 con financiamiento débil y expectativas hacia Belem
La COP29 cerró con un financiamiento climático insuficiente, generando críticas por su falta de ambición. La esperanza ahora recae en la COP30 en Belem, donde se busca mayor justicia y acción climática efectiva
La COP29, celebrada en Bakú, cerró con un acuerdo de financiación climática de 300 mil millones de dólares para 2035, una cifra que muchos califican como insuficiente frente a la emergencia climática. Jasper Inventor, jefe de la delegación de Greenpeace, lamentó: “El objetivo de financiación queda eclipsado por el nivel de desesperación y la escala de acción necesarios”.
“Enviemos la factura a las empresas contaminantes de petróleo y gas”
El financiamiento acordado no incluye garantías de que se base en subvenciones, lo que genera inquietud entre los países en desarrollo. Tracy Carty, experta de Greenpeace Internacional, lo consideró una “amarga decepción”: “Este acuerdo no asegura el apoyo público que los países en desarrollo necesitan desesperadamente. Si los países desarrollados están preocupados por lo que pueden pagar, enviemos la factura a las empresas contaminantes de petróleo y gas”.
La introducción de un mercado de carbono bajo el artículo 6 también generó polémica. An Lambrechts, de Greenpeace Internacional, lo calificó como “una estafa climática” que beneficia a las industrias contaminantes: “Ofrece mercados de carbono con lagunas jurídicas y falta de integridad”.
Aunque el panorama es desalentador, los activistas ven la COP30 en Belem, Brasil, como una oportunidad crucial. Raíssa Ferreira, de Greenpeace Brasil, instó al liderazgo del presidente Lula: “Es esencial forjar sinergias entre el clima y la biodiversidad y mostrar un verdadero liderazgo climático mundial”.
Por su parte, Fred Njehu, de Greenpeace África, condenó el financiamiento desigual como “colonialismo climático” y enfatizó: “Llevaremos nuestras demandas de justicia climática a Belem, insistiendo en que los contaminadores paguen por la destrucción que han causado”.
A pesar de los retrocesos, la lucha continúa. Maarten de Zeeuw, de Greenpeace Países Bajos, subrayó: “Nuestro futuro está en juego. La fecha límite del próximo año para los planes climáticos debe marcar un punto de inflexión”.
Con una hoja de ruta aún por definirse, la COP30 será una prueba clave para revitalizar la acción climática y recuperar la confianza en los compromisos multilaterales. El mundo observará si Belem logra convertirse en el escenario del cambio real.
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