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Construcción Opinión

La cuenta regresiva hacia 2030: cómo la arquitectura puede acelerar los objetivos de desarrollo sostenible en 2025

objetivos de desarrollo sostenible


El año 2030 está a la vuelta de la esquina, y con él, la promesa de cumplir los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas, por lo que el papel de la arquitectura es crucial: diseñar y construir espacios que no sólo respondan a las necesidades de una población creciente, sino que también respeten los límites entre la urbanización y la naturaleza

Arquitecto Eduardo Jiménez Solano, director de marca de Grupo ARQUAL

Es importante señalar que casi el 40% de las emisiones globales de dióxido de carbono provienen del sector de la construcción y operación de edificios, de acuerdo con Global Status Report for Buildings and Construction. Reducir esta cifra es fundamental para alcanzar el ODS 13, que aboga por tomar medidas urgentes contra el cambio climático. Aquí es donde entra en juego el concepto de edificios net-zero, aquellos que producen tanta energía como consumen, de acuerdo con Global Alliance for Buildings and Construction, el número de proyectos net-zero podría aumentar un 60% para 2025 si se implementan políticas y tecnologías adecuadas a nivel mundial.

Además, la arquitectura también puede contribuir significativamente al ODS 11, que busca hacer que las ciudades y comunidades sean inclusivas, seguras, resilientes y sostenibles. Actualmente, más del 55% de la población mundial vive en áreas urbanas, y se espera que esta cifra aumente al 60.4% para 2030. Este crecimiento urbano plantea desafíos enormes, como la necesidad de vivienda asequible y la gestión de recursos limitados; en este punto, los principios de la arquitectura bioclimática y el diseño regenerativo ofrecen soluciones que maximizan la eficiencia energética y minimizan el impacto ambiental.

Por otro lado, el ODS 12, relacionado con el consumo y la producción responsables, subraya la importancia de utilizar materiales sostenibles en la construcción.

De hecho, un estudio de la Agencia Internacional de Energía (IEA) señala que hasta el 25% de las emisiones relacionadas con los edificios pueden reducirse mediante la adopción de materiales de bajo impacto, como madera certificada y hormigón reciclado.

Motor que reduce desigualdades

Sin embargo, la arquitectura no sólo tiene un impacto ambiental; también es un motor para reducir desigualdades (ODS 10). Según ONU-Hábitat, cerca de 1,600 millones de personas vivirán en asentamientos informales para 2025 si no se toman medidas concretas (World Cities Report 2020, ONU-Hábitat). La incorporación de estrategias arquitectónicas que fomenten la vivienda inclusiva y accesible puede transformar estas estadísticas, ofreciendo a las personas una mejor calidad de vida.

Finalmente, el diseño urbano puede fortalecer el ODS 3, centrado en la salud y el bienestar. Estudios recientes han demostrado que los entornos diseñados con acceso a áreas verdes y luz natural reducen el estrés y mejoran la productividad en un 30%.

Sin duda, en 2025, el sector de la arquitectura debe intensificar sus esfuerzos para ser una fuerza transformadora en la carrera hacia 2030. Esto implica adoptar tecnologías como la inteligencia artificial y el modelado de información de construcción (BIM) para optimizar diseños, implementar normativas más estrictas para la construcción sostenible y fomentar alianzas entre sectores público y privado.

Si los arquitectos, urbanistas y desarrolladores asumimos el liderazgo que se espera, no sólo estaremos más cerca de alcanzar los ODS, sino que también construiremos un legado que las futuras generaciones agradecerán.

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