Tipo de búsqueda

agua G 360° The GreenSide

Descubren cómo los peces coordinan su danza para su sobrevivencia

peces sobrevivencia


Los peces no solo nadan en grupo por instinto, sino por sobrevivencia usan una compleja red sensorial y sincronización perfecta para sobrevivir, ahorrar energía y esquivar depredadores, inspirando estudios sobre inteligencia colectiva

En los muelles de Woods Hole, Massachusetts, un grupo de peces nada en perfecta armonía, girando alrededor de hojas de arce que flotan en la superficie del agua. De pronto, un cormorán aterriza en el océano y la formación se transforma. Cada pez se contrae y se hincha en cuestión de segundos. El grupo entero cambia de forma y patrón como si compartieran una sola mente. Esta coreografía no es casual, es una estrategia de supervivencia milenaria.

Nadar en grupo permite a los peces reducir la energía que gastan, encontrar comida, esquivar depredadores y hasta conseguir pareja. Pero lo más impresionante es la precisión con la que se mueven juntos, como si ensayaran una danza submarina. ¿Cómo logran esta coordinación casi perfecta? La respuesta está en su cuerpo.

Los peces cuentan con una herramienta sensorial extraordinaria: la línea lateral, un conjunto de células especializadas a lo largo de su cuerpo que detectan cambios de presión en el agua. Esta estructura les permite sentir las ondas que generan otros peces al nadar. Así, pueden mantener una distancia óptima con sus compañeros sin necesidad de chocar, moverse al unísono y aprovechar los remolinos generados por los demás. Esta estrategia, conocida como “adaptación de fases de vórtice”, les da ventaja, igual que ocurre con los gansos que vuelan en V o los ciclistas que se agrupan para reducir la resistencia al viento.

Sin líderes, pero con ritmo compartido

La línea lateral no actúa sola. En aguas oscuras, sin visión clara, su habilidad para mantenerse en formación disminuye. Solo pueden seguir a los vecinos más cercanos, lo que demuestra que la cooperación requiere múltiples canales sensoriales.

Para profundizar en estos comportamientos, investigadores del Woods Hole Oceonographic Institution (WHOLE) recurrieron a una herramienta poco convencional: la realidad virtual. Con ella, observaron cómo los peces se sincronizan en una especie de danza social. Mientras uno mueve la cola, el vecino espera el momento exacto para imitarlo. Lo fascinante es que no hay un líder.

“El movimiento del grupo surge de miles de pequeñas interacciones entre vecinos, como el centelleo de un enjambre de luciérnagas o los aplausos de los humanos tras una actuación”, explica el estudio.

En situaciones de peligro, como el ataque repentino de un cormorán, no todos los peces ven al depredador. Sin embargo, la información viaja rápidamente a través del banco: basta que unos pocos reaccionen para que el resto se ajuste al instante. En menos de un segundo, la masa de peces se convierte en una figura fluida que confunde y esquiva al atacante. Esta reacción en cadena, generada solo por observar al vecino más próximo, demuestra el poder de la inteligencia colectiva.

TE PUEDE INTERESAR ♦ ¿Sabías que el calentamiento global empeora la calidad del sueño?

Tags: