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¿Transición o regresión energética?



Por Pablo Ramírez*

Las modificaciones políticas en el sector energético que han sido publicadas “fast track” en los últimos meses encuentran acomodo y  cobran sentido con el recién elaborado Programa Sectorial de Energía 2020-2024, el programa rector del sector durante el sexenio. Así se dejan de lado todas explicaciones que buscaron justificar el bloqueo a las energías renovables culpando a la pandemia de COVID-19 . 

El plan es simple: buscar explotar los recursos petroleros incrementando la exploración, producción y refinamiento, apelando al viejo modelo que nos llevó al milagro mexicano a mediados del siglo pasado, devolviendo el protagonismo a las empresas del estado, en busca de la tan mencionada soberanía energética. Pemex, encargada de producir y transformar el petróleo y CFE encargada de quemar los combustibles entregados por Pemex, entre ellos la enorme cantidad de combustóleo resultante del proceso de refinación nacional; vale la pena decir que por cada barril de crudo que entra al sistema nacional de refinación, alrededor de 30% termina como combustible residual, es decir, combustóleo.

El tema es que el plan tiene varios problemas: 

  1. México ya no es la potencia petrolera que fue durante mediados del siglo XX y no lo será nunca más, el petróleo de fácil acceso, barato y de calidad se acabó.
  2. La matriz eléctrica nacional, basada en el uso de combustibles fósiles (más del 50% de la electricidad que se produce en México proviene del gas natural), es altamente dependiente de importaciones de gas natural provenientes de los yacimientos no convencionales (fracking) de Texas y el plan de construir infraestructura para transportar gas (que además será pagado con el presupuesto “etiquetado” para adaptación y mitigación al cambio climático) sólo exacerbará esta dependencia que nos aleja en los hechos del discurso soberano. 
  3. El Gobierno mexicano tiene obligaciones para reducir las emisiones de gases efecto invernadero (GEI) del país que están establecidas en la ley, ¡no son optativas! y esto quiere decir que tenemos que transitar hacia energías limpias, no importa si el capital es público o es privado, el Estado tiene la obligación de hacer cumplir esas metas y hacerlo respetando siempre los derechos humanos y los ecosistemas.
  4. El plan de dar salida a la enorme cantidad de combustóleo, residuo del proceso de refinación, quemándolo para generar electricidad tendrá implicaciones muy graves en términos del costo de generación de electricidad, salud pública y emisiones de GEI.

Por qué quemar combustóleo no es una buena idea
Es un combustible sumamente ineficiente y sucio, que está en desuso en todo el mundo, incluso México había programado su retiro de la generación eléctrica en el Programa de Desarrollo del Sector Eléctrico (PRODESEN). Para ilustrar este argumento, aquí se presentan los costos nivelados por MWh de las energías renovables vs combustóleo.

Combustóleo: 138.81usd/MWh
Solar: 44usd/MWh 
Eólico: 54usd/MWh

Estos costos harán que la electricidad que se produce sea más cara y ese incremento en los costos se tendrá que cubrir, ya sea a través de incremento en las tarifas o el incremento en los subsidios a las tarifas que salen de nuestros impuestos.

Las termoeléctricas que funcionan a base de combustóleo generan una enorme cantidad de emisiones de carbón negro, material particulado y dióxido de azufre, poniendo en riesgo las poblaciones vecinas, está bien documentado que las áreas afectadas por las emisiones de estas plantas alcanzan un perímetro de aproximadamente 100km a la redonda.

Un claro ejemplo de esto es la Central Termoeléctrica de Tula, la fuente fija de contaminación más importante de la megalópolis central aportando el 56% del material particulado PM2.5, el 75% de óxidos de azufre y 43% de óxidos de nitrógeno presentes en la ZMVM, causando lluvia ácida que afecta la producción agrícola y un alto grado de morbilidad y mortalidad en la población de la región, de acuerdo a estudios recientes, las emisiones de la central de Tula son responsables de 14,000 muertes prematuras anuales en la ZMVM y la región de Tula Tepeji.

No en vano en el año 2019, la Semarnat declaró como una emergencia ambiental en la zona de Tula, debido a la elevada contaminación del aire y el agua, que han hecho que la zona sea prácticamente inhabitable.

Por último, el combustóleo genera una enorme cantidad de carbón negro, uno de los contaminantes que más contribuyen al cambio climático, de hecho México está obligado por ley a reducir la emisión de este tipo de contaminante en 51% para el 2030. 

Entonces, ¿y los acuerdos de París? En los hechos este plan nos aleja completamente de la trayectoria de reducción de emisiones que nuestro país necesita para cumplir con sus compromisos climáticos, lo que en los hechos haría que México fuera el primer país del G20 que incumpla con los acuerdos de París.

*Pablo Ramírez es especialista en energía y cambio climático en Greenpeace México 

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