Pan de muerto: historia y tradición que une a México

El pan de muerto, inspirado en rituales prehispánicos, es un símbolo del Día de Muertos en México. Su popularidad sigue creciendo, y en 2024 se espera que el 95% de los mexicanos lo consuma como parte de esta tradición
El pan de muerto, una delicia mexicana tradicional, es más que un simple pan. Su historia, según el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), se remonta a la época colonial. Aunque sus orígenes están profundamente inspirados en prácticas rituales prehispánicas. Este pan se elabora en forma circular, representando el ciclo de la vida y la muerte. En su centro, una bolita simboliza el cráneo humano, y las tiras en cruz que lo adornan evocan los huesos y los puntos cardinales, además de las lágrimas de los seres queridos que recuerdan a los difuntos.
El aroma de azahar o esencia de naranja que caracteriza al pan de muerto no es casualidad. Según la tradición, los muertos encuentran su camino gracias a los olores de las flores, la luz de las velas y los colores vibrantes. En algunas regiones, el pan se tiñe de rojo y otros tonos para resaltar su papel en el altar, haciendo que este alimento no solo sea delicioso, sino también una guía simbólica en la conmemoración del Día de Muertos.
La popularidad del pan de muerto es notable. Datos de Statista muestran que el 94% de los mexicanos consumieron al menos una pieza en 2019 y 2020. Aunque esta cifra disminuyó ligeramente durante la pandemia, en 2023 volvió a estabilizarse al 94%. Y se espera que en 2024 aumente al 95%. Esta tradición de compartir pan de muerto con café, chocolate o leche se disfruta en el trabajo, en casa o como ofrenda en los altares, en honor a los seres queridos que, según la creencia, nos visitan el 1 y 2 de noviembre.
Además, el pan de muerto forma parte de una celebración reconocida mundialmente. En 2003, la UNESCO declaró el Día de Muertos como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, destacando su importancia como una de las expresiones más antiguas y profundas del país. Este pan, entonces, no solo es un alimento, sino un símbolo del orgullo nacional y del vínculo vivo entre el México moderno y sus ancestros indígenas.
Hoy, cada bocado de pan de muerto es un recordatorio de la vida, la muerte y el amor que los mexicanos profesan a sus difuntos.
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