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Científicos presencian erupción volcánica en el océano

erupción volcánica en el océano


Una erupción volcánica en el océano prevista hace años transforma el respiradero hidrotermal Tica en el Pacífico. Científicos presencian el evento y recogen datos únicos sobre vida y geología de las profundidades

A bordo del sumergible Alvin, un grupo de científicos vivió un momento sin referencia en la historia reciente de la exploración oceánica. Fueron testigos directos de una erupción volcánica en las profundidades del océano. Lo extraordinario no fue solo el evento natural, sino que este había sido anticipado con siete años de antelación gracias a meticulosos estudios científicos.

Todo ocurrió en el respiradero hidrotermal Tica, ubicado a unos 2,500 metros de profundidad, sobre el eje de la dorsal mesooceánica a 9°50’N. El 28 de abril, el equipo observó lo que parecía ser una jornada típica en las profundidades. Un ecosistema efervescente compuesto por gusanos tubícolas, mejillones y peces, todos alimentándose del calor y los nutrientes que emergen desde el subsuelo marino. Pero al día siguiente, el paisaje se transformó por completo.

“No parece real ahora mismo, pero poder observar lo que vimos y recolectar muestras es realmente asombroso”, expresó Andrew Wozniak, director científico de la expedición y profesor en la Universidad de Delaware. “Estoy muy emocionado por mi equipo y por ver qué podemos aprender sobre lo que está sucediendo ahí abajo”.

El 29 de abril, Wozniak y la estudiante de pregrado Alyssa Wentzel descendieron nuevamente en el Alvin, solo para encontrar un panorama desolador. “Tica estaba árida”, relató Wozniak. “Casi había desaparecido por completo”. Bajo la tenue luz del sumergible, el equipo divisó lava fresca solidificada cubriendo cadáveres de organismos marinos. En algunas grietas, asomaban destellos anaranjados de magma aún activo.

La piloto del Alvin, Kaitlyn Beardshear, decidió regresar a la superficie como medida preventiva. “Cuando vimos un brillo anaranjado en algunas grietas, confirmamos que se había producido una erupción volcánica y que seguía en curso. Vigilé de cerca la temperatura durante el viaje, y siguió subiendo hasta que decidí que era buena idea partir antes de alcanzar el límite”, explicó.

Aunque se cancelaron las siguientes inmersiones tripuladas, el equipo continuó desplegando instrumentos desde el buque de investigación Atlantis. Un buque propiedad de la Armada de Estados Unidos y operado por la Institución Oceanográfica Woods Hole (WHOI). Lo que buscaban era recolectar datos vitales antes del fin de la expedición el 3 de mayo.

“Logramos maniobrar con mucho cuidado nuestros sensores y botellas de muestreo a pocos metros del espacio que ocupaba la estructura del respiradero de Tica y su comunidad biológica tan solo un día antes”, señaló Sunita Shah Walter, profesora adjunta de la Universidad de Delaware.

La erupción de Tica —la cuarta registrada desde su descubrimiento en 1991— se había predicho gracias a mediciones constantes de temperatura y cambios en la composición química del sitio, registradas cada 10 minutos por sensores especializados. “El lunes todo estaba normal; el martes, estaba pavimentado, así que conocemos el momento de la erupción con una precisión de horas”, afirmó Dan Fornari, geólogo marino del WHOI.

Para la ciencia, esta catástrofe natural representa una oportunidad. “Hoy presenciamos el fin de la parte viva y vibrante de esta comunidad. Fue destructivo, pero al mismo tiempo representa una oportunidad para la revitalización”, reflexionó Sasha Wagner, profesora del Instituto Politécnico Rensselaer.

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