Economía circular en el comercio global, clave contra la crisis climática

En el Foro Mundial de Economía Circular, especialistas coincidieron en que el comercio global debe impulsar la sostenibilidad, la inclusión y la innovación para enfrentar la crisis climática y la fragmentación geopolítica
En un mundo atravesado por conflictos, tensiones comerciales y crisis climática, el sistema de comercio internacional se encuentra frente a la decisión de mantenerse como mero facilitador de bienes o transformarse en una plataforma que fomente la sostenibilidad, la cooperación y la inclusión. Esa fue una de las principales conclusiones del Foro Mundial de Economía Circular 2025 (WCEF), celebrado en São Paulo, Brasil.
Modelos de desarrollo circulares ¿el futuro?
El evento, que reunió a más de 1,200 asistentes presenciales, puso sobre la mesa la visión de repensar el comercio global como un catalizador de la transición hacia modelos de desarrollo circulares. América Latina, en especial Brasil, quien se perfila como protagonista de este cambio. Gracias a su biodiversidad, recursos naturales y potencial para liderar nuevas rutas productivas sostenibles.
“La decisión estratégica de descarbonizar la economía se reflejará en el comercio nacional, regional e internacional. También requerirá una visión de convergencia entre las eras del cambio climático, la naturaleza y la tecnología digital”, afirmó Izabella Teixeira, exministra brasileña de Medio Ambiente y copresidenta del Panel Internacional de Recursos. Para Teixeira, el comercio ya no puede desligarse de los grandes desafíos globales. “Los mercados se están reinventando. Hoy no se trata de quién produce petróleo, sino de quién lo consume y con qué impacto”.
A su vez, Tatiana Prazeres, secretaria de Comercio Exterior del Ministerio de Desarrollo, Industria y Comercio de Brasil, subrayó la necesidad de alinear el comercio internacional con los Objetivos del Desarrollo Sostenible (ODS).
“El sistema de comercio puede apoyar y acelerar esta transición, pero es fundamental hacerlo sobre dos pilares: la difusión tecnológica y la cooperación inclusiva”, sostuvo. Prazeres recordó que aunque la Organización Mundial del Comercio no cuenta con acuerdos explícitos sobre medio ambiente, países como Brasil ya impulsan nuevas reglas desde foros como el G20.
Retos y oportunidades, pero con frutos
La economía circular plantea retos para el comercio global, pero también abre oportunidades para rediseñar cadenas de valor, fomentar empleos verdes y reducir el consumo de recursos. La región de América Latina y el Caribe, donde el 40% de las exportaciones son bienes intermedios, podría convertirse en un nodo clave si logra una mayor integración comercial, ya que actualmente se encuentra estancada en el 15% frente al 68% de Europa. Y si se apuesta por la innovación en políticas públicas, infraestructura y reciclaje esto sería diferente.
“La circularidad es más costosa que los modelos lineales, por eso se necesitan reglas comunes, incentivos y voluntad política”, explicó Emmanuel Chaponnière, jefe de economía circular del Banco Europeo de Inversiones. “La mayoría de las cadenas de suministro son globales, y las decisiones que se tomen en una región pueden tener repercusiones directas en otra”.
Mientras África impulsa una zona de libre comercio continental y Asia refuerza su integración productiva, América Latina enfrenta el reto de avanzar hacia modelos más resilientes y sostenibles. El reshoring —el proceso de trasladar operaciones productivas de un país extranjero de vuelta al país de origen de la empresa— y la regionalización pueden convertirse en aliados si se combinan con criterios de equidad y estándares ambientales claros.
El futuro del comercio no puede estar divorciado del clima, la biodiversidad ni la justicia social. Como afirmó Teixeira durante su intervención: “Debemos jugar de forma estructurada para que todos ganen. En un mundo fragmentado, las piezas se conectarán de maneras innovadoras en torno a intereses comunes convergentes, y no precisamente al consenso”.
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