Europa disminuyó su CO2 y creció su economía

El planeta se calienta más de lo previsto, pero el peor escenario climático ya no es probable. La acción climática avanza entre retrocesos políticos y avances tecnológicos clave. Europa disminuyó su CO2 en 68% desde 1990 y en ese periodo aumentó su economía
Desde la revolución industrial, las emisiones de gases de efecto invernadero han crecido sin freno. El CO₂, el metano y el óxido nitroso atrapan el calor del sol en la atmósfera y alteran el equilibrio térmico del planeta. En 2023, el 41% de las emisiones globales de CO₂ relacionadas con la energía provinieron del carbón, 32% del petróleo y 21% del gas natural.
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) confirmó que 2024 fue el año más caluroso registrado, con un aumento temporal por encima de 1.5 °C respecto a la era preindustrial. Esto no solo implica más calor, sino fenómenos meteorológicos extremos que afectan la vida y los ecosistemas en todo el mundo.
¿Cómo sabemos hacia dónde vamos?
Desde 2014, el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) usa cuatro trayectorias llamadas RCP para estimar el futuro del clima según las acciones humanas:
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RCP 2.6 (acción rápida)
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RCP 4.5 y 6.0 (acción intermedia)
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RCP 8.5 (sin acción)
Solo la RCP 2.6 permitiría cumplir con el objetivo de París. Hoy, el mundo se encuentra entre ese escenario optimista y uno intermedio, con una proyección de calentamiento de 2.7 °C para 2100.
Las y los científicos también desarrollaron cinco trayectorias sociales y económicas. La que seguimos ahora refleja un mundo desigual, donde el crecimiento demográfico se estabiliza, pero el uso de recursos sigue siendo alto.
Frente a la necesidad de actualizar estos modelos, un grupo de expertos propuso el Modelo Climático Una Tierra. “Establecimos un ambicioso presupuesto de carbono de 450 gigatoneladas de CO₂ antes de alcanzar cero emisiones netas, una vía aún más ambiciosa que la RCP 2.6”, explican sus autores.
Los mayores emisores tienen la mayor responsabilidad
Estados Unidos, la Unión Europea y China reúnen apenas el 28% de la población mundial, pero han emitido el 56% de los gases de efecto invernadero a lo largo de la historia. Para respetar la meta de 1.5 °C, solo les queda un presupuesto conjunto de 243 gigatoneladas de CO₂. De los tres, China necesitaría el mayor margen para poder completar su transición energética.
Para evitar un colapso climático, el mundo tendría que eliminar los combustibles fósiles por completo y abastecerse con energía 100% limpia antes de 2050. Además, sería necesario terminar con la deforestación en ese mismo plazo. Todo esto apenas lograría limitar el calentamiento a 1.5 °C… y eso con una certeza de poco más del 50%.
¿Hay motivos para el optimismo?
Aunque las emisiones globales todavía no se estabilizan, hay señales de cambio. En 2023, Europa disminuyó su CO2, redujo sus emisiones un 8.3% respecto al año anterior y ya se encuentra 37% por debajo de sus niveles de 1990. Su economía, por cierto, creció un 68% en el mismo periodo. Va en camino a su meta de reducción del 55% para 2030.
Australia también disminuyó sus emisiones un 0.6 % en el último año, y ya está 28.2 % por debajo de los niveles de 2005.
En Estados Unidos, las emisiones siguen por debajo de los niveles prepandemia y han caído aproximadamente un 20 % desde 2005. De hecho, desde su pico en 2004, han mantenido una tendencia descendente.
China, por su parte, comienza a mostrar resultados. El gigante asiático, responsable del 31% de las emisiones mundiales de CO₂ relacionadas con la energía, redujo por primera vez su huella de carbono gracias al auge de las energías renovables.
“El tren de la descarbonización ya partió”, afirman los científicos. En 2024, las energías renovables representaron más del 90% del crecimiento en la producción eléctrica global. Los vehículos eléctricos ganaron terreno por sus costos competitivos, las bombas de calor se expandieron y la energía solar vive una verdadera racha ganadora.
Cada décima de grado cuenta
No todo está dicho. Las tecnologías que se necesitan por fin son más económicas. Cuanto antes se detenga el empeoramiento del cambio climático, más desastres, hambrunas y muertes se evitarán.
Puede que el objetivo de 1.5 °C ya no sea alcanzable. Puede que tampoco logremos quedarnos debajo de los 2 °C. Pero cada décima de grado que logremos evitar representa menos sufrimiento para millones de personas y ecosistemas.
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