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Cerebros más pequeños: el curioso efecto de la domesticación en los gatos

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Los gatos domésticos han reducido el tamaño de su cráneo en comparación con sus ancestros salvajes, revela un estudio científico

Los felinos son, sin duda, uno de los animales domésticos favoritos en millones de hogares de México y el mundo. Su tamaño compacto, comportamiento independiente y habilidades de adaptación han hecho de estos felinos una elección común frente a los perros, que, aunque tradicionalmente llevan el título de “mejor amigo del hombre”, no siempre se ajustan al estilo de vida urbano o espacios reducidos.

A diferencia de los perros, cuya talla puede variar de forma considerable, los gatos suelen mantener un tamaño promedio que rara vez supera los 40 centímetros. Esta característica, sumada a su historia de convivencia con el ser humano desde la antigüedad —particularmente en civilizaciones como la egipcia, donde eran admirados por sus dotes como cazadores—, los posiciona como una de las especies más adaptadas al entorno humano. Sin embargo, esta cercanía también podría estar provocando cambios poco esperados en su biología.

Revelan transformación insólita en su anatomía cerebral

Recientemente, un grupo de investigadores descubrió una modificación alarmante en los gatos domésticos: sus cerebros se están encogiendo. Este hallazgo, que ha generado gran interés y preocupación entre especialistas y amantes de los animales, apunta directamente a la domesticación como la causa principal.

Los científicos compararon los cráneos de gatos salvajes europeos con los de gatos domésticos (Felis catus) y encontraron una diferencia significativa en el tamaño del cráneo, lo que implica una reducción en el volumen cerebral. La investigación señala que esta transformación no es exclusiva de los felinos. También se ha observado en otras especies domesticadas como perros, conejos y ovejas desde la década de 1960.

“Nuestros datos indican que los gatos domésticos de hecho tienen volúmenes craneales más pequeños en relación con los gatos monteses europeos”, afirmaron los investigadores. Este cambio podría relacionarse con diversos factores derivados del entorno humano, incluyendo la alimentación industrial, el estrés y la ausencia de amenazas naturales.

Adaptación o consecuencia de una vida artificial

A pesar de que los gatos domésticos gozan de una vida más segura y confortable que sus pares salvajes, esta protección también los ha alejado de ciertos estímulos que durante milenios moldearon su evolución. Ya no necesitan cazar para alimentarse ni defender su territorio de depredadores, lo que podría reducir la necesidad de funciones cognitivas más complejas.

El estudio también plantea que estos cambios no se detendrán con el cerebro. Los investigadores anticipan posibles modificaciones en otras áreas de su anatomía, como el paladar, debido a la alimentación procesada que consumen. La domesticación, aunque ha permitido a estas especies sobrevivir y prosperar en entornos humanos, también podría estar alterando aspectos esenciales de su biología.

Este hallazgo plantea nuevas interrogantes sobre el futuro de los animales domésticos y el tipo de cuidado que se les brinda. Si bien la convivencia con humanos ha ofrecido seguridad y afecto a los gatos, también es importante considerar cómo esta relación está moldeando su evolución de formas que apenas comenzamos a comprender.

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