IDOM, la consultora global de ingeniería, está impulsando una nueva era de proyectos de conservación en Latinoamérica a través del carbono azul. Con un enfoque particular en el Arrecife Mesoamericano —que abarca México, Belice, Guatemala y Honduras—, la firma está finalizando estudios de prefactibilidad para preservar ecosistemas vitales, como los manglares, y combatir el cambio climático.
La conversación sobre el tema se llevó a cabo en las oficinas de la empresa en la Ciudad de México, en el marco de la Global Digital Week 2025, una jornada de eventos desarrollados del 28 al 30 de octubre, tanto en línea como de manera presencial, enfocados en tecnología, innovación, inteligencia artificial y transformación digital de los negocios en América Latina.
Camila Rangel, bióloga especializada en el mercado de carbono y miembro del equipo de Capital Natural de IDOM, explicó que el “carbono azul” se refiere al dióxido de carbono que es capturado y almacenado por los ecosistemas marinos y costeros. En la lucha contra el cambio climático —agregó—, su conservación es una estrategia crucial, no solo por su capacidad de secuestrar carbono, sino también por su valor biológico superior.
“Los sistemas marino-costeros, como los manglares, los pastos marinos y los corales, tienen una capacidad de emitir oxígeno a la atmósfera mayor que la de las selvas y los bosques […]. Esto hace que los créditos que generan estos ecosistemas tengan un valor ambiental mayor y, por ende, económico. Obviamente, también el valor social que tienen estos créditos es altísimo”, explicó Rangel.
El ingeniero industrial de IDOM, Daniel Martínez, señaló que los proyectos de carbono van más allá de la mitigación climática, ya que crean beneficios directos para las comunidades, como la reforestación, la generación de ingresos locales y la mejora de la salud comunitaria mediante la reducción de emisiones contaminantes.

Blindando el futuro del Arrecife Mesoamericano
La metodología de IDOM sobre la prefactibilidad de sus iniciativas de carbono, especialmente las de carbono azul, incluye garantizar la viabilidad técnica, social, financiera y legal. Con ello, la empresa busca anticiparse a posibles cambios regulatorios.
Respecto a los proyectos que buscan impulsar en el Arrecife Mesoamericano, Camila Rangel comentó:
“Dentro del arrecife se eligieron algunas zonas prioritarias, tanto ecosistémica como socialmente, y se hizo un análisis desde el lado de IDOM de los estándares potenciales para desarrollar proyectos en esas áreas. Se evaluó la compatibilidad de la información en cuanto a la captura o la remoción de CO₂, para saber cuántos créditos se pueden generar”.
Este nivel de rigor en el terreno es precisamente lo que se necesita para generar confianza en las empresas. De acuerdo con Rangel, este paso es crucial para evitar “una pérdida de dinero irracional y unos impactos negativos en las comunidades”, garantizando que las iniciativas sean sostenibles y beneficiosas a largo plazo.

Cuando conservar también genera valor económico
La viabilidad de estos ambiciosos proyectos de conservación descansa sobre un sistema financiero conocido como mercado de carbono. Este mecanismo permite que la protección del medio ambiente genere recursos económicos a través de la compra y venta de créditos de carbono.
Los créditos operan principalmente bajo dos modalidades: el mercado voluntario y el mercado regulado. En el primer esquema, las organizaciones compran créditos de carbono por iniciativa propia para compensar sus emisiones y cumplir con sus metas de sostenibilidad. Por su parte, en el mercado regulado los gobiernos establecen leyes que obligan a las grandes empresas a reducir sus emisiones.
Esta distinción es cada vez más crucial para las empresas en México, ya que el gobierno pondrá en marcha en 2026 su propio sistema de comercio de emisiones, transformando lo que antes era un compromiso voluntario en una futura obligación regulatoria.
Aunque al país todavía le falta madurar en materia de mercado de carbono, IDOM tiene claro que seguirá avanzando con sus proyectos, especialmente los de carbono azul:
“Toda la información disponible sobre ecosistemas costeros es un poco inconsistente; sin embargo, creemos que es muy valiosa y lograr despegar estas ideas de pilotos de carbono azul en el Arrecife Mesoamericano puede ser sumamente benéfico para los ecosistemas costeros y las comunidades que operan en estos cuatro países”, finalizó Camila Rangel.
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