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Fashion in Green The Art of Living Women in Sustainability

La revolución en la moda sustentable



La sustentabilidad fue el centro de atención de los desfiles del año pasado. Esta temporada el objetivo es continuar con las iniciativas y sembrar un futuro más verde

Hace un año, en Vogue se dio a conocer, dentro de Primavera 2021, sobre la urgencia de incluir la sustentabilidad en la industria de la moda. Todos tenían grandes ambiciones sobre producir menos, usar lo que ya existe y diseñar ropa duradera: Francesco Risso, por ejemplo, estaba haciendo upcycling de piezas viejas para crear nuevas; Gabriela Hearst y Stella McCartney estaban empleando telas descartadas; Demna Gvasalia en Balenciaga incrementaba el uso de algodón orgánico y telas sintéticas recicladas; Kenneth Ize y Colville hicieron alianzas con bordadores de Nigeria y México; mientras que Collina Strada reveló un textil fabricado a partir de pétalos de rosas.

Y en las sesiones de Zoom, a mitad de la pandemia, estos eran los detalles con los que los diseñadores se entusiasmaban más: Por ejemplo, recordamos a Gvasalia deconstruyendo y haciendo upcycling de su propia ropa durante la cuarentena, diciéndole a Sarah Mower de Vogue que este ejercicio lo había hecho enamorarse nuevamente de la moda. “Hay una necesidad de revisar las cosas”, afirmó. “De empezar un nuevo capítulo”. En referencia a la necesidad de un mundo fashion más sustentable.

Ahora esperamos que Primavera/Verano 2022 implique otro paso hacia el futuro. Un destello de esperanza por una moda más amable con el planeta, luego de 18 meses de encierro y desastres climáticos. A menudo, la impresión general era que las marcas estaban más enfocadas en el impacto mediático de sus desfiles, que en el impacto ambiental de sus colecciones. “¿Se les olvidó la sustentabilidad?”, bromeaba una colega en New York Fashion Week. Y es que luego de un año y medio de conversaciones sobre este tema, el hecho de que no se mencionara en esta edición, se sintió como algo abrupto, y delicado.

A decir verdad, hubo muchas cosas que competían por nuestra atención en este mes de la moda: La emoción de regresar a los desfiles era poderosa, incluso habiendo experimentado algunos de forma virtual. No se trataban de shows regulares, fueron festivales de música, estrenos de TV, y encuentros con la comunidad; cada uno en su estilo, proyectando buenas vibras en la vida real y en Instagram.

Y puede que se piense que no hubo muchas piezas sustentables en esta edición, pero este no fue el caso. Encontramos muchas piezas interesantes en los ateliers y showrooms de diseñadores como Maria Cornejo, quien está invirtiendo actualmente en una línea de producción vertical en Japón y Turquía para reducir la huella de carbono que deja el transporte de su mercancía.

Por otra parte, Ashlynn Park emplea técnicas de corte de la tela con filosofía “cero desechos”, y trabaja sólo en modelos previamente ordenados. Erin Beatty, de Rentrayage, transforma prendas vintage o telas descartadas en nuevas piezas. Vimos estas colecciones en desfiles discretos y con cita previa, así que había mucho tiempo para detallar todas las características de sustentabilidad y pensar en la respuesta a las grandes preguntas que enfrenta la industria.

Ahí es donde se encuentra la diferencia entre esta temporada y la de hace un año: si bien estamos encantados de no tener que ver a los diseñadores a través de una llamada de Zoom, esas llamadas nos permitían lograr conversaciones más profundas con todo tipo de creadores. Eso ya no es posible en los cinco minutos que tenemos en el backstage ahora.

De cualquier manera, alguno de los grandes shows de esta temporada marcaron el ritmo sustentable. Sólo debes mirar más de cerca (y en algunos casos, pedirle más información a las marcas). Por ejemplo, el desfile de Balenciaga, más allá de la increíble “alfombra roja” y la aparición de Los Simpsons, puede que haya sido el show más sustentable de Gvasalia hasta el momento: 95 por ciento de los materiales poseían “certificado sustentable”, incluyendo el algodón orgánico, el poliéster reciclado y el nylon, así como las piezas de bordado y cuero upcycled.

El look de inicio en el desfile de Balenciaga (un vestido con una explosión de encaje negro) fue confeccionado con una mezcla de 63 por cierto de nylon reciclado y 37 por ciento de viscosa responsablemente producida. Mientras que la chaqueta en cuero del look 44 fue realizada en una alternativa vegana al cuero, con hojas de cactus. Y los mocasines extra grandes que todos subieron a Instagram, estaban confeccionados en un material similar al cuero, que en realidad era un tipo de foami.

La colección de Gvasalia para la primavera pasada obtuvo números similares, así que quizás lo que esto quiere decirnos es que la sustentabilidad se está convirtiendo en la norma, no en una historia excepcional. Eventualmente, esperemos, esto ocurra en todas partes. También es posible que los diseñadores entendieran la paradoja de realizar un gran evento, en un show inmersivo para promocionar sus fibras sustentables. Nadie quiere ser acusado de greenwashing en estos días.

Algunos podrían reñirnos que no podemos esperar ambas cosas en un mismo show: ser tocados emocionalmente y hacernos soñar; para al mismo tiempo dejar una postura clara sobre el rol de la moda en el cambio climático (y que además vaya en un mensaje que se conecte con los consumidores e incentive la venta, todo al mismo tiempo).

Stella McCartney es de las pocas diseñadoras que sabe cómo lograrlo. Su show reunió a partes iguales modernidad, las siluetas del momento y una lección sobre el uso del micelio (la estructura raíz de los hongos).

Los poderes regenerativos del carbono de micelio inspiraron los estampados de hongos de la colección, y McCartney presentó la primera bolsa en la historia de la industria disponible comercialmente en Mylo (una alternativa al cuero cultivada a partir de micelio).

La colección también incluyó artículos en viscosa “amigable con los bosques”, que proviene de bosques ancestrales gestionados de manera sostenible, y cupro, un subproducto de las cosechas de algodón. McCartney hablará en la COP26 en Glasgow el próximo mes para abordar el impacto de la moda en el planeta y, lo que es más importante, la necesidad de colaborar con los gobiernos para regular y apoyar los esfuerzos de la industria.

El desfile de Chloé, creado por Gabriela Hearst, también fue un punto determinante, realizado en el Sena con una alineación reducida (31 looks en lugar de 50) y una nueva cápsula de Chloé Craft, dedicada a prendas totalmente hechas a mano.

Los editores recibieron un PDF de nueve páginas que describe las fibras sostenibles de la colección y las múltiples colaboraciones artesanales, y los asientos se construyeron en asociación con mujeres refugiadas.

Ambos desfiles fueron un éxito, pero me gustaría ver cómo su “valor de impacto en los medios” se compara con el de los eventos más grandes y llamativos del calendario de la moda. Podría ser que las reflexivas meditaciones de McCartney y Hearst sobre el futuro del planeta encontraran una audiencia más pequeña, aunque probablemente más comprometida.

Incluso, si las semanas de la moda no son el medio ideal para hablar del cambio climático (con las demandas de conversión de ventas, vistas al sitio y los espectáculos que continúan siendo el foco), la visibilidad de este tema y su influencia en la cultura es innegable. Creo que no tenemos el lujo de escoger ente un show viral o uno con valor.

Para el momento en que aparezcan los desfiles de Otoño 2022, una docena de emergencias climáticas podrían haber afectado a Estados Unidos. En un futuro no muy distante, tendríamos que comenzar a racionar energía, agua, comida y transporte. El cambio climático cada vez es peor y, de acuerdo con todas las conversaciones que tuvimos el año pasado, nuestra huella de carbono no se reducirá por lo pronto.

El mes de la moda finalizó, así que celebremos todo lo logrado: tuvimos la oportunidad de disfrutar de los desfiles en la vida real, luego de 18 meses encerrados en casa. Aún sentimos la alegría de reunirnos y experimentar la belleza, la creatividad y las nuevas ideas.

Ahora es momento de que todas las palabras de la temporada pasada se transformen en acción y de que la moda tome su poder para moldear la cultura de forma positiva. La sustentabilidad y el clima deben estar en la conversación la próxima temporada, y en cada temporada que venga, no sólo cuando estemos atrapados en casa viendo las noticias.

La sustentabilidad no tiene que matar la alegría, los diseñadores deberían verla como algo galvanizante. Es tal cual como dijo Gvasalia: “Estamos iniciando un nuevo capítulo”.

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