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El mito de la descarbonización

Descarbonización


Alan Ramírez Flores*

Los líderes empresariales de todos los sectores económicos lo tienen claro: es prioritario descarbonizar los sistemas de energía. No podemos trabajar sin energía limpia, ya que el Cambio Climático altera percepciones, políticas y acciones en todo tipo de industrias.

Sin importar si se trabaja en una empresa financiera o de productos de consumo, ahora es necesario resquebrajar un antiguo mito en el que se debería elegir crecimiento económico o sustentabilidad ambiental. Diversos estudios descubren que ambos factores no se excluyen entre sí, sino que se complementan e interrelacionan.

Cuando se trabaja en áreas prioritarias para la salud financiera corporativa, como la recuperación de cartera vencida, encontramos una relación inmediata entre cumplimientos ESG (Environmental, Social and Governance) y el desarrollo económico.

El crecimiento económico no es la víctima inevitable de la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero. Ese es el gran mito que echamos por tierra. Al contrario de esto, se reportan beneficios como aumento de la productividad económica, descarbonización del sistema energético, electrificación, calentamiento invernal y desindustrialización.

Las emisiones se pueden reducir de manera consistente con el tiempo, y hay una compensación entre el crecimiento económico y las emisiones de gases de efecto invernadero. Es más, cuanto más rápido crezca la economía, más agresivamente se necesita avanzar en la descarbonización del sistema energético.

A la inversa, cuanto mayor sea la intensidad de carbono y menor sea la productividad de una economía, mayor será el aumento de las emisiones. La implicación política es que resulta crucial que la descarbonización y las mejoras de productividad ocurran.

Hasta ahora, países como Alemania, Dinamarca, Finlandia, Nueva Zelanda y Uruguay ya lograron reducir las emisiones de CO2 durante los periodos de crecimiento económico, principalmente a través de la descarbonización del sistema energético.

Más aún: el aumento del 1% en la productividad económica general de un país se asoció con una reducción anual de aproximadamente el 0,5% en sus emisiones de CO2 per cápita.

La desindustrialización, dada mediante un cambio a los servicios, redujo -por ejemplo- las emisiones de CO2 en aproximadamente 0,8%, ya que la participación de la producción no industrial en el PIB creció 1%.

Más del 80% del efecto de reducción de emisiones de la desindustrialización se atribuye a la reducción del uso de energía primaria. El aumento anual del 1% en la proporción de energía renovable utilizada en el suministro de energía se asoció con una disminución anual del 1.5% en las emisiones de CO2 per cápita en promedio.

El cambio a las energías renovables es aproximadamente 1.5 veces más efectivo que el cambio de carbón a gas para reducir las emisiones de CO2.

Las emisiones anuales de CO2 per cápita disminuyeron un 0.6% por cada aumento del 1% en la proporción de gas natural sustituido por carbón.

Gran parte del efecto de descarbonización del cambio de combustible se debió a la reducción de la intensidad del carbono. El resto fue atribuible a la mejora de la eficiencia energética. En concreto, por cada aumento del 1% en la cuota de gas natural sustituido por carbón, la reducción directa de las emisiones de CO2 fue del 0.4%.

Cada aumento del 1% en la participación de la electricidad en el suministro final de energía se asoció con una disminución del 1.3% en las emisiones anuales de CO2 per cápita.

El calentamiento invernal también redujo las emisiones nacionales de CO2 per cápita. Un aumento en la temperatura promedio del mes más frío en 1°C se asoció con una reducción anual del 0.5% en las emisiones de carbono.

La transición a un sistema de energía más limpio, como por medio de la electrificación o el aumento de la participación de las energías renovables en el suministro de energía, permite que las economías crezcan sin que aumenten las emisiones de carbono.

En general, los países en desarrollo se benefician del aumento de la productividad, la electrificación y la descarbonización del sistema energético. Pero todavía se necesita una actualización en su sistema de energía para mitigar el cambio climático y cumplir con los objetivos de temperatura global.

Ante esto, los acuerdos internacionales establecen detener el aumento de la temperatura global por debajo de dos grados, lograr un objetivo de calentamiento de 1.5 y reducir las emisiones globales de gas efecto invernadero en más del 7% por año.

El desafío ya comenzó.

El persente artículo puede consultarse en la edición de noviembre – diciembre de Greentology. Disponible en la siguiente liga:

Greentology Magazine No. 2 noviembre – diciembre 2021

*Alan Ramírez Flores es CEO de Coperva.

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