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En 1 de cada 10 hogares con mascotas conviven perros y gatos

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En 1 de cada 10 hogares con mascotas conviven perros y gatos

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Si bien “se llevan como el perro y el gato” es un dicho corriente, los perros y gatos no son per se enemigos. Se calcula que en 1 de cada 10 hogares con mascotas conviven perros y gatos y en estos hogares no es posible aquella distancia de antaño entre especies competidoras, así lo indica la Dra. Paula Calvo, de Antrozoología

Por tanto, es de gran interés averiguar cómo facilitar la convivencia entre ambas especies, por el bienestar de todos los implicados, también los humanos tutores de perros y gatos. La antrozoología nos muestra que un vínculo temprano entre animales y algunas pautas del comportamiento relacional de estas especies con los humanos explican que en la mayoría de las veces no existan problemas de convivencia entre ambas especies.

Pero en ocasiones sucede lo contrario y la convivencia entre perros y gatos puede complicarse. Un animal recién llegado puede ser el detonante del conflicto, y esta mala respuesta a una convivencia en un espacio reducido es una de las causas que puede empujar a los tutores de una mascota a desprenderse de ella. Al devolverla a quien se la proporcionó, al darla en adopción o de cualquier otra manera.

Cabe destacar algunas diferencias entre ambas especies. La ingesta de alimentos es más rápida en el perro, pues tenía que comer deprisa al compartir la presa con la manada, y más lenta en los gatos, que cazaban en solitario. Por otro lado el perro es un animal social con un comportamiento jerárquico; el gato, en cambio, tiene un comportamiento territorial.

En su estado salvaje, las vidas de perros y gatos se cruzaban, pero se mantenían a distancia. Y hoy, después de un largo proceso de domesticación, ambos comparten hogar con el ser humano, donde esa distancia ya no es posible.

Domesticación reciente de gatos

La antrozoología analiza siglos de convivencia entre seres humanos, perros y gatos durante ese proceso y sus consecuencias. El perro (canis familiaris) fue la primera especie animal domesticada por el homo sapiens, hacia el 14,000 a.C., como mínimo. En cambio, en el gato (felix lybica) se estima que se inició su domesticación hace 10,000 años y que entró a formar parte de la familia entre el 3,000 y el 2,000 a.C., hace relativamente poco. Por esa razón, algunos etólogos y antrozoólogos consideran que su domesticación todavía es incompleta, aún cuando este sea un tema abierto a debate. En conclusión, la domesticación es el fruto de una interacción prolongada entre especies.

Las feromonas, una posible solución

El uso de feromonas para mejorar la relación entre gatos y perros ha sido estudiado recientemente por el profesor Daniel Mills y la doctora Miriam Prior, de la Universidad de Lincoln, en el Reino Unido. Los especialistas en el estudio del comportamiento animal publicaron un artículo en el Frontiers in Veterinary Science. En su investigación experimentaron con la aplicación de feromonas durante seis semanas en perros y gatos obligados a convivir en un hogar. Se trata de productos comercializados emisores de feromonas específicas para calmar a perros o a gatos.

De ese modo, evaluaron la frecuencia de diez interacciones no deseables con el uso de feromonas. Por ejemplo, que el perro persiguiera al gato o que el gato huyera ante la sola presencia del perro; las peleas entre perro y gato; así como los ladridos del perro contra el gato, entre otras. Además de siete interacciones deseables. Las cuales incluían las caricias entre ambas especies o el tiempo de descanso en una misma habitación.

El estudio concluyó que la relación mejora significativamente cuando es el gato quien se encuentra a gusto y relajado. Eso se consigue, paradójicamente, cuando se emplea el producto emisor de feromonas que calman al perro. Así pues, el comportamiento del perro determina principalmente la calidad de la interacción entre ambos.

No obstante, todavía falta mucho por investigar en este campo de la convivencia gato-perro, reconocen los investigadores. Entre otras razones, debido a que las pautas de comportamiento de estos compañeros de viaje dependen de muchos factores, especialmente de cómo manejen la situación los humanos que vivan con perros y gatos, como bien recuerda la antrozoología.

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