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¿Qué es la agroecología y su relación con el agua?

AGROECOLOGÍA


Un enfoque fundamental en tiempos de crisis climática, la agroecología es una filosofía que, al integrar saberes ancestrales y científicos, impulsa la sostenibilidad, la justicia alimentaria y la resiliencia. Así protege suelo y agua

¿Qué es la agroecología?

En un contexto marcado por sequías, pérdida de biodiversidad y agotamiento de recursos naturales, la agroecología se alza como una alternativa urgente y transformadora. No es solo un conjunto de prácticas agrícolas: es una filosofía que replantea nuestra relación con la tierra, centrada en el cuidado del agua, la regeneración del suelo y la soberanía alimentaria.

A diferencia de los modelos agroindustriales, basados en fertilizantes sintéticos y pesticidas, la agroecología promueve procesos naturales: cultivos diversificados, ciclos de nutrientes cerrados, restauración del suelo y manejo del paisaje a partir del conocimiento tradicional y la ciencia moderna. Esta combinación permite crear sistemas resilientes ante eventos extremos, como lluvias torrenciales o sequías prolongadas, cada vez más frecuentes debido al cambio climático.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) ha destacado el papel estratégico de la agroecología para enfrentar simultáneamente la pobreza rural, el cambio climático y la inseguridad alimentaria. Gracias a su diversidad funcional y su gestión ecológica, los sistemas agroecológicos no solo producen alimentos, también regeneran ecosistemas dañados.

Suelo vivo, agua protegida

El suelo es más que tierra. Es un ecosistema lleno de vida: microorganismos, raíces, insectos y materia orgánica que permiten el crecimiento de los cultivos y almacenan agua y carbono. Actualmente, más del 30% de los suelos del mundo están degradados, en parte por prácticas intensivas y el uso excesivo de agroquímicos. La agroecología propone soluciones claras para revertir ese daño: rotación de cultivos, compostaje, sistemas agroforestales y cobertura vegetal que mejoran la infiltración del agua y frenan la erosión.

Estos métodos permiten que el suelo retenga más agua y actúe como una barrera contra las inundaciones. Además, restauran la biodiversidad y permiten una recarga más efectiva de los acuíferos. La gestión responsable del agua es otro pilar clave: se estima que la agricultura utiliza cerca del 70% del agua dulce del planeta, gran parte de la cual se desperdicia por sistemas de riego ineficientes. La agroecología impulsa el uso de tecnologías como el riego por goteo, la recolección de lluvia y el uso de cultivos que reducen la evaporación.

“La agroecología es también una estrategia para proteger las fuentes de agua”, señala un artículo especializado. Comunidades indígenas en los Andes, por ejemplo, han logrado recuperar manantiales mediante zanjas de infiltración y terrazas vivas, técnicas ancestrales que demuestran que la tradición y la innovación pueden ir de la mano.

Sembrar conciencia desde lo cotidiano

Cualquier persona puede contribuir a esta transformación: desde consumir productos agroecológicos y de origen local, hasta participar en huertos urbanos o reducir el desperdicio de alimentos. Apoyar políticas públicas que fortalezcan la agricultura sostenible y exigir el reconocimiento legal de los territorios campesinos también es clave para preservar las prácticas agroecológicas que han demostrado su efectividad durante generaciones.

Informarse y compartir este conocimiento es una forma concreta de sembrar conciencia. La agroecología no impone fórmulas únicas: se adapta a las condiciones y necesidades de cada región. En un momento crítico para el planeta, este modelo pone la vida en el centro, nos recuerda que el suelo y el agua no son recursos infinitos y que protegerlos es proteger nuestro futuro.

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