martes, septiembre 9

La activación de redes del cerebro se favorece por el verano, gracias a la luz, la socialización, la dieta y el ejercicio. Sin embargo, el calor, las pantallas y el alcohol también pueden afectar la salud cognitiva

El 22 de julio conmemora el Día Mundial del Cerebro, y la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) señala que el verano potencia hábitos que destacan el funcionamiento cerebral mientras el estrés los inhibe en otras estaciones. Cambios fundamentales en dieta, actividad social y ejercicio no solo dinamizan la plasticidad de las neuronas, sino que activan zonas clave como el hipocampo (memoria) y el núcleo accumbens (motivación) UOC.

Sin embargo, la exposición prolongada a luz, el calor, las pantallas y el consumo de alcohol durante el verano conlleva riesgos que pueden deteriorar funciones ejecutivas, atención y flexibilidad cognitiva UOC. Conviene aprovechar las ventajas estacionales sin renunciar a pautas saludables que protejan nuestro cerebro.

Socialización y luz natural, antídotos frente al cortisol

Cuando suben las temperaturas, aumentan también las relaciones sociales y el apoyo emocional. Estas interacciones reducen los niveles de cortisol—la hormona del estrés—y generan respuesta positiva al elevar oxitocina y dopamina, fortaleciendo vínculos y aprendizaje.

La luz desempeña un papel doble. Más horas de claridad mejoran el estado de ánimo, pero también retrasan el descanso nocturno. La neurocientífica Emilia Redolar advierte que «la luz influye en el hecho de que vayamos a dormir más tarde. Si se le añaden las altas temperaturas, los ritmos circadianos son más difíciles de regular”.

El sueño prolongado y en horarios constantes favorece el volumen cerebral y la función cognitiva, según Cambridge. En cambio, la luz excesiva y las noches calurosas fragmentan el sueño, disminuyen su calidad y perjudican la consolidación de la memoria y la regulación emocional.

Alimentación, ejercicio y pantallas

La temporada favorece el consumo de frutas, verduras, cereales y frutos secos, nutrientes esenciales para funciones cerebrales y cognitivas a largo plazo. La UOC recomienda patrones alimentarios basados en plantas, como la Planetary Health Diet, que reducen el riesgo de deterioro neurodegenerativo y contribuyen a una mayor longevidad.

El ejercicio aeróbico al aire libre activa la plasticidad cerebral. Redolar explica que fomenta la formación de nuevas neuronas en el hipocampo y favorece la producción de BDNF (factor neurotrófico derivado del cerebro), mejorando la memoria y funciones ejecutivas.

No obstante, el uso prolongado de pantallas digitales interrumpe la atención sostenida y dificulta cambiar de tarea con fluidez, ya que altera la corteza prefrontal dorsolateral. Además, el alcohol inhibe el funcionamiento de esa misma área del cerebro, afectando la planificación, el juicio y la conectividad con la amígdala, incrementando el riesgo de trastornos cognitivos y emocionales a largo plazo.

Rutinas estacionales que marcan la diferencia

El verano ofrece una ventaja única. Extiende los días y promueve un estilo de vida activo y social. Redolar subraya que no se necesita esperar semanas para notar cambios, incluso un solo día o fin de semana de ejercicio, paseo o lectura en la naturaleza ya reduce el cortisol y activa el núcleo accumbens.

Para proteger la salud cerebral durante esta temporada, conviene:

  • Mantener una dieta rica en plantas y agua.

  • Dormir en horarios regulares, usando cortinas o técnicas para mitigar excesos de luz y calor.

  • Limitar el consumo de alcohol y moderar el uso de pantallas, especialmente antes de dormir.

  • Priorizar actividades al aire libre y relaciones sociales.

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