La energía de fusión nuclear sigue considerada la gran promesa para un futuro energético limpio y prácticamente inagotable. Dos proyectos internacionales, ITER en Francia y JT-60SA en Japón, representan los principales laboratorios de esta carrera tecnológica.
En Cadarache, Francia, el consorcio internacional de ITER anunció un nuevo calendario: las primeras pruebas con deuterio y tritio, los combustibles clave, se posponen hasta 2039. El retraso responde a la complejidad técnica, los efectos de la pandemia y problemas en la cámara de vacío detectados en 2022.
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El reto de ITER en Francia
El plan original contemplaba pruebas con plasma en 2025 y ensayos de alta potencia en 2035. Ahora, los hitos se desplazan hasta 2034 y 2036, con la meta de alcanzar la fusión controlada en 2039.
Uno de los principales desafíos ha sido la fabricación de la cámara de vacío de 8,000 toneladas, ensamblada con tolerancias de apenas 0.1%. El avance reciente se centra en los imanes superconductores de niobio y estaño, que requieren enfriamiento con helio supercrítico a -269 ºC. Para ello, Europa construyó una planta criogénica de 7,100 m² equipada con tanques de 26 metros de altura.
ITER no producirá electricidad comercial, pero su objetivo es demostrar que la fusión puede generar más energía de la que consume, sentando las bases de futuros reactores capaces de alimentar redes eléctricas sin emisiones de carbono.
JT-60SA: un laboratorio importante en Japón
En paralelo, Japón y Europa colaboran en el JT-60SA, un reactor experimental en Naka, a 130 km de Tokio. Este dispositivo, de 15 metros de altura y 14 de diámetro, permite confinar un plasma de 130 m³ para generar campos magnéticos de hasta 2.25 teslas y corrientes de 5.5 millones de amperios.
Uno de los principales obstáculos en la fusión es medir la temperatura del plasma, que alcanza los 150 millones de grados Celsius. Ningún sensor puede resistir esas condiciones extremas, por lo que se recurrió a un sistema de diagnóstico de dispersión de Thomson que calcula la temperatura y densidad electrónicas mediante el análisis del láser emitido por los electrones del plasma.
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Superando barreras técnicas
Este sistema se compone de dos subsistemas: uno desarrollado en Japón para el núcleo del plasma y otro diseñado en Europa para su borde. Juntos, permiten a los investigadores medir con precisión un parámetro crítico para avanzar hacia la viabilidad de reactores comerciales.
El JT-60SA, operativo desde finales de 2023, funcionará como banco de pruebas para ITER. Los resultados de sus ensayos son considerados claves para resolver retos como el confinamiento del plasma, la resistencia de materiales y la extracción continua de energía.
Aunque los calendarios se han retrasado, tanto ITER como JT-60SA mantienen la ambición de convertir en realidad la energía de las estrellas en la Tierra. De lograrse, la fusión nuclear ofrecería una fuente limpia, constante y prácticamente inagotable, capaz de transformar el futuro energético global.