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Bacterias, virus y productos que contaminan menos

Bacterias virus


Jorge Chahín*

A partir del 1 de enero de 2020, entraron las prohibiciones a los plásticos de un solo uso y bolsas de acarreo en México

Los miembros de la Organización en Favor de la Economía Circular (OFEC) y la industria del plástico podrían haber migrado de forma inmediata y continua hacia materiales biodegradables y compostables. Sin embargo, existen algunos puntos en los cuales reflexionar seriamente, para ello consultamos centros de investigación, universidades nacionales, activistas medioambientales y representantes de la sociedad civil.

En la actualidad se requiere utilizar un material que sea menos contaminante en un rubro general; es decir, la elección debe provenir de cuál producto daña menos al medio ambiente desde su extracción como materia prima hasta su disposición final.

Los análisis sobre qué utilizar deben dejar de ser superficiales, tal y como lo hacen los políticos y las autoridades administrativas de los estados.

Primero debemos centrarnos en realizar un análisis al ciclo de vida de cada opción. Pero, ¿qué es un análisis de ciclo de vida?

ACV es un balance ecológico con el que se evalúa el impacto ambiental de un producto durante todas las etapas de su existencia, desde la extracción de materias primas, la producción de éste, la distribución, los usos, su posible reutilización, reciclaje, valorización y su gestión hacia un relleno sanitario.

Para todos estos políticos y funcionarios jóvenes hay que recordarles que las bolsas de plástico de polietileno surgieron en la época de los años 60 como una alternativa sostenible a las bolsas de papel que se utilizaban tradicionalmente. Puesto que el costo en cuanto a energía y agua es irrisorio en comparación con el papel, no implicaba la tala de arboles que en esa época se agudizo debido al incremento de bolsas de papel.

En eso esos años se logró producir el polietileno a partir de una fracción residual del petróleo que no es útil como combustible, así que su costo es sumamente accesible.

El polietileno se escogió porque usaba en su proceso menos energía, nada de agua; es más resistente, pesa 10 veces menos, es sencillo de transportar, ya que se reduce 10 veces los costos; no es susceptible a tomar humedad del medio ambiente, es un material inerte, duradero, reutilizable y al final puede gestionarse como combustible para producir energía eléctrica.

Actualmente, con la pandemia ha recobrado fuerza y nos hace ver que sigue siendo el mejor aliado para la protección en contra de las bacterias y los virus como el COVID-19, tomando en cuenta que los productos envasados en polietileno llegan en un estado totalmente estéril.

Y cuando los usamos como protección en guantes o caretas, nos aíslan de ser contagiados por todos esos patógenos.

Otro servicio que nos brinda el polietileno es que los alimentos perecederos como carnes, quesos, embutidos y muchos más, pueden alargar su vida en nuestros refrigeradores.

Ya no es necesario comprar la comida día a día, ahora podemos tener comida en el congelador durante mas de un mes y al sacarla de su empaque de polietileno está tan fresca como el día en que fue envasada.

Con respecto a la influencia sobre el cambio climático podemos hacer un cálculo que nos permite saber la cantidad de CO2 que es emitido por el uso de bolsas de plástico, incluyendo su incineración.

Una bolsa de plástico tiene una masa de entre 4 y 8 g. Cada persona gasta unas 180 bolsas de plástico al año, mayoritariamente de polietileno.

Haciendo los cálculos estequiométricos, el uso de bolsas de plástico supone un aporte de 340 g de CO2 al año por individuo; en comparación con el transporte, esto es muy poco: desplazarse en coche sólo 3 o 4 km. produce la misma cantidad de gramos de CO2.

Con la bolsa de plástico logramos disminuir el impacto seis veces más contra una de papel si la reutilizamos para contener basura y esto aumenta 10 veces si los residuos van separados en tres fracciones.

¿Y el papel? La industria papelera y de celulosa ocupa el quinto lugar del sector industrial en consumo mundial de energía y utiliza más agua por cada tonelada producida que cualquier otra industria. Tendríamos que reutilizar una bolsa de papel mínimo tres veces para que su equivalente medio ambiental sea al de una bolsa de plástico tradicional.

Producir una bolsa de papel implica quemar madera a altas temperaturas con productos químicos, lo cual contamina un 70% más el aire que en la producción de una bolsa de plástico.

Además, fabricar una bolsa de papel supone una huella hídrica tres veces superior que la de plástico, pero lo preocupante es que toda esa agua residual proveniente de la fabricación ya no puede ser utilizada en otros procesos debido a su contaminación química.

Al final de su vida útil todas las bolsas de papel que van a relleno sanitario inician su descomposición por ser materia orgánica, produciendo gases como el CO2 y metano, los cuales son gases de efecto invernadero durante al menos dos años.

El problema con las prohibiciones hechas por los políticos y servidores públicos es que no leen, jamás han visto la historia, ni han estudiado el porqué se inventaron esas soluciones, ellos creen estar inventando el agua caliente.

Es tiempo de informar y educar a los ciudadanos con la verdad y brindarles elementos científicos sustentables para que, en verdad, podamos hacer algo para frenar esta rampante era de contaminación.

No son los plásticos los culpables de la contaminación, son los ciudadanos inconscientes que tiran la basura en cualquier lugar, junto con otros que ponen pretextos para no separar los residuos en sus hogares.

*Jorge Chaín es presidente de la Organización en Favor de la Economía Circular (OFEC).

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