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Histórica, la primera Conferencia del Agua de la ONU 2023

Hidráulica

Histórica, la primera Conferencia del Agua de la ONU 2023

Conferencia del Agua de la ONU


La Conferencia del Agua de la ONU 2023 marca la primera reunión mundial de agua dulce celebrada en casi 50 años. Es muy importante debido a que plantearán la agenda a seguir respecto a la gestión del recurso hídrico

Algunos expertos aseguran que es la primera conferencia en su tipo, por lo que será un parteaguas. La intención es que los compromisos voluntarios de gestión del agua de docenas de gobiernos, empresas, organizaciones no gubernamentales y otros, se vean reflejados en la Agenda de Acción del Agua.

De acuerdo con el Instituto de Recursos Mundiales (WRI, por sus siglas en inglés), la Conferencia del Agua de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) inspirará la voluntad política colectiva necesaria. Para abordar finalmente la contaminación, la escasez, las inundaciones y otros desafíos del agua a los que se enfrenta la humanidad. Hecho mal, será otra promesa vacía frente a los crecientes riesgos para el agua.

Por su parte, António Guterres, secretario General de las Naciones Unidas, “la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Agua 2023 en marzo debe dar lugar a una audaz Agenda de Acción sobre el Agua que le dé a la sangre vital de nuestro mundo el compromiso que se merece”.

Proyectos a futuro sin objetivos claros

Al 18 de marzo de 2023, la ONU había recibido 400 planes de acción sobre el agua, y se esperaban más durante y después de la conferencia. Pero si bien el volumen y la diversidad de compromisos es encomiable, la WRI descubrió que la mayoría (el 74%) no es lo suficientemente fuerte como para conducir a un cambio sustancial en el mundo.

Aunque los proyectos presentados tienen alcance y rigor, carecen de líneas claras acerca de la financiación, objetivos cuantificables y no consideran el factor transfronterizo como un desafío del agua. Además, otros no abordan el cambio climático, así como a la industria y la agricultura como uno de los mayores consumidores de agua. Por ello, se requieren planes más audaces e innovadores.

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Estrés hídrico

La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que, a partir de 2021, 2,200 millones de personas carecen de acceso a agua potable; mientras que 4,200 millones no tienen un saneamiento adecuado.

Una cuarta parte de la población mundial vive en países que se enfrentan a un estrés hídrico extremadamente alto, donde la demanda supera regularmente la oferta disponible. Las inundaciones y sequías se están volviendo más frecuentes y graves debido al cambio climático; lo que exacerba los riesgos hídricos existentes.

El agua también actúa como un multiplicador de amenazas, precipitando o intensificando los conflictos políticos. Por ejemplo, la falta de acceso al agua ha exacerbado las tensiones políticas en muchos países de todo el mundo, incluidos Malí, Sudán, Kenia, Irak e Irán.

México no está alejado de estas circunstancias. En las sierras donde las mineras se han instalado por décadas, la falta del recurso hídrico y las afectaciones al medio ambiente han generado conflictos sociales graves que laceran todos los días el tejido social de las comunidades.

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Responsabilidad para alcanzar objetivos

Además de objetivos claros y medibles, soluciones innovadoras y audaces, también se necesita responsabilidad para alcanzarlos. Por medio de finanzas enfocadas a ello y la colaboración de las fronteras nacionales. Si bien la Agenda de Acción del Agua es un avance, no representa una obligación para las partes, ya que no hay nada estipulado legalmente al respecto. Sin embargo, es el inicio de esa posibilidad.

A pesar de que se piensa que el financiamiento de planes acerca del agua son caros. No es así. Un informe de la WRI estima que asegurar el agua para todas las comunidades para 2030 podría costar poco más del 1% del PIB mundial; lo cual equivale a alrededor de 29 centavos por persona, por día de 2015 a 2030. Cada dólar invertido en acceso al agua y saneamiento produce 6,80 dólares a cambio; en tanto que no implementar mejores políticas de gestión del agua podría conducir a pérdidas regionales del PIB del 2 al 10% para 2050. De modo que valdría la pena el costo-beneficio.

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