¿Cómo dejar de consumir azúcar?
Conoce cinco claves para dejar de consumir azúcar, de la mano de Diana A. Díaz Rizzolo, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universidad Oberta de Catalunya (UOC)
El consumo de azúcar a escala mundial alcanzó cerca de 176 millones de toneladas métricas entre 2022 y 2023. Lo cual representa un incremento de 2.4 millones con respecto a la cantidad ingerida durante el año anterior. Ello ha provocado el alza en enfermedades como la diabetes tipo 1 y tipo 2. Por esta razón, es importante eliminar al máximo posible el azúcar añadido en edades tempranas y, especialmente, en edades avanzadas.
Disminuir el umbral del dulzor que tiene cada persona
“Podemos empezar reduciendo progresivamente el azúcar o ayudándonos del uso de edulcorantes acalóricos como proceso intermedio para acabar acostumbrándonos al sabor natural de los alimentos”, apunta Díaz Rizzolo.
Invertir más tiempo en el supermercado leyendo etiquetas de alimentos
Hay numerosos alimentos a los que se les añade azúcar y el consumidor no lo sabe. “Son productos procesados muy diversos: salsas, aderezos, panes, embutidos, cereales de desayuno o yogures, entre otros muchos”, especifica Díaz Rizzolo.
Para detectarlos es clave leer las etiquetas. “Inicialmente, supondrá mucho tiempo, pero una vez tengamos claro qué alimentos sí y cuáles no, ya iremos a tiro hecho”, asegura la experta; quien lamenta que la responsabilidad recaiga en el consumidor porque las políticas sobre marketing en la industria alimentaria son todavía “demasiado laxas”.
Priorizar alimentos frescos y mínimamente procesados
“Cuantos menos alimentos ultraprocesados entren en nuestra dieta, más difícil será que nos la cuelen con nombres de etiquetajes imposibles de descifrar”.
Predicar con el ejemplo en casa desde pequeños
Muchas conductas alimentarias, deja claro Díaz Rizzolo, son por repetición y nuestros pequeños incluirán hábitos que nosotros les inculquemos con nuestros actos.
Ser conscientes de que las respuestas cerebrales placenteras al azúcar son momentáneas.
“Su consumo no nos hace más felices, sino que activa vías de señalización semejantes a algunas drogas recreativas, por lo que podemos decir que nos hace adictos”, advierte la experta.
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