El Día Internacional de Concienciación sobre Pérdida y Desperdicio de Alimentos llama a todas las organizaciones tanto públicas como privadas a gestionar de manera adecuada los alimentos, en beneficios de los sistemas agroalimentarios

Actualmente, muchos de los sistemas agroalimentarios del mundo no son sostenibles, ya que degradan los terrenos agrícolas, contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero y la pérdida de biodiversidad y consumen agua freática. Los sistemas alimentarios también son vulnerables al clima externo y otras perturbaciones, en parte debido a los efectos sobre el medio ambiente.

Hambre y guerra

De ahí que el Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos se celebrará en un momento en el que la economía mundial se enfrenta a una enorme presión debido al cambio climático, los conflictos, las desaceleraciones y recesiones económicas y los altos precios de los alimentos, agravados por la pandemia de la enfermedad por coronavirus (COVID‑19) y la actual guerra en Ucrania.

En el informe de 2023 sobre el estado de la seguridad alimentaria y la nutrición en el mundo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), se pone de relieve que hasta 783 millones de personas de todo el mundo padecieron hambre en 2022 y más de 3,100 millones de personas no podían permitirse una dieta saludable en 2021.

Al mismo tiempo que el hambre y la inseguridad alimentaria persisten, se estima que el 13% de los alimentos del mundo se pierde en la cadena de suministro desde la etapa posterior a la cosecha hasta el nivel minorista de la cadena de suministro; un 17 % adicional se desperdicia en los hogares, los servicios de comidas y la venta minorista Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA).

Este Día ayuda al sistema alimentario

La reducción de la pérdida y el desperdicio de alimentos puede desempeñar una función clave en la transformación de los sistemas agroalimentarios al aumentar la disponibilidad de alimentos, contribuir a la seguridad alimentaria y las dietas saludables y fomentar la resiliencia.

Además, constituye una estrategia climática clave, pues reduce las emisiones de gases de efecto invernadero. Por lo tanto, puede ayudar a los países y las empresas a aumentar la ambición relativa al clima, al tiempo que se conservan y protegen nuestros ecosistemas y recursos naturales, de los cuales depende el futuro de la alimentación.

En la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, más concretamente en la meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se pide que se reduzca a la mitad el desperdicio de alimentos per cápita mundial en la venta al por menor y a nivel de los consumidores y se reduzca la pérdida de alimentos en las cadenas de producción y suministro. En la meta 16 del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal se solicita, entre otras cosas, que se “(reduzca) a la mitad el desperdicio mundial de alimentos” para 2030.

Debemos acelerar urgentemente el ritmo de adopción de medidas encaminadas a reducir la pérdida y el desperdicio de alimentos y transformar los sistemas agroalimentarios a fin de cumplir la meta 12.3 de los ODS y lo previsto en el Marco Mundial de Biodiversidad, generando beneficios tangibles para las personas y el planeta.

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