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¿Debemos preocuparnos por las pensiones en México?

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¿Debemos preocuparnos por las pensiones en México?

Debemos preocuparnos por las pensiones en México


Se escucha mucho hablar de que las generaciones de millenials y los centenialls ya no tendrán acceso a pensiones en México. ¡Afortunadas las generaciones baby boomers y la generación X que lograron acceder a este beneficio! Aún con ello, cabe la pregunta ¿debemos preocuparnos por las pensiones en México?

Por: Héctor Juan Villarreal Páez, Doctor en Microeconomía Aplicada por la Universidad de Wisconsin-Madison

¿Debemos preocuparnos por las pensiones en México? La respuesta es un rotundo sí. Quiero justificarla con dos argumentos que suelen mezclarse y, en mi opinión, vale la pena desglosar. Primero, el corto plazo y la gran presión que están ejerciendo en las finanzas públicas mexicanas, con algunas consecuencias graves. Segundo, el mediano (largo) plazo, donde un envejecimiento acelerado de la población tiene profundas implicaciones tanto en alcance, cobertura, diseño y sostenibilidad.

Pilar 0

Cualquier discusión sobre este tema tiene que comenzar definiendo cuatro elementos que dan sustento a los sistemas de pensiones. En primer lugar, el “Pilar 0”, que se refiere a las pensiones no contributivas. Su nombre las describe; las personas no contribuyen para recibir este pago, que puede ser focalizado o complementario para asegurar un piso mínimo de pensión. En México, se optó por un enfoque más generoso, pues es universal desde los 65 años y el monto completo se recibe independientemente de participar en otro esquema. Una reforma en 2021 incrementó de manera importante (escalonada) los montos a recibir, la idea es que se llegue a un salario mínimo y luego se preserve vía ajustes por inflación. Las fuentes de ingresos o proyecciones de mediano y largo plazo sobre el gasto público y su impacto fiscal no acompañaron al decreto.

Pilar 1

En segundo lugar, con respecto a las contributivas, iniciamos con el sistema de beneficios definidos o “Pilar 1”. Dicho esquema abarca a una parte considerable de la población mexicana, y con variantes, se trata del sistema dominante en la gran mayoría de los países, al menos como esquema ligado al mercado laboral. Su idea central es realizar contribuciones durante la etapa laboral y recibir pagos durante la etapa de retiro (de ahí el acrónimo en inglés PAYG, “pay as you go”).  Es común que los pagos realizados estén por arriba de lo que correspondería en términos financieros a las contribuciones. Incluso, en algunos subsistemas, los pagos al retirarse no están ligados a contribuciones (o lo están parcialmente) convirtiéndose en un gasto oneroso para alguien, por lo general las finanzas públicas.

Pilar 2

En tercer lugar, la alternativa principal al sistema de beneficio definido son las contribuciones definidas, también llamadas cuentas individuales o “afores”; el “Pilar 2”. Este sistema comenzó en México con la reforma de 1997 (IMSS), diez años después alcanzó a una buena parte de los trabajadores del sector público federal (ISSSTE) y, eventualmente, se fueron sumando otros empleados públicos(CFE, PEMEX), con algunas particularidades. En el actual sexenio se  realizó una reforma importante (2020), a partir de la cual  las aportaciones patronales aumentan desde 2023, de forma gradual hasta 2030. Dichos incrementos varían de acuerdo a los niveles salariales. Se buscó contener costos laborales en trabajos de menores ingresos y compensar parcialmente por medio de la cuota social del gobierno.

Pilar 3

En cuarto lugar, el último elemento que sustenta los sistemas de pensiones se refiere a los ahorros voluntarios; el “Pilar 3”. La diferencia del ahorro voluntario en sistema de pensiones, versus otras formas de ahorro, es que el primero suele recibir algún tipo de estímulo fiscal. A cambio de este trato preferencial, su utilización suele tener algunas restricciones, donde su retiro “antes de tiempo” puede incurrir en penalizaciones.

Finanzas públicas muy presionadas

Ante la cuestión de si ¿debemos preocuparnos por las pensiones en México? Quiero enfatizar el gran problema de corto y mediano plazo que las pensiones representan para el sistema fiscal mexicano, con riesgos de transmisión para la economía general. Comienzo con un dato perturbador. Según (CIEP, 2022), el gasto federal en pensiones en 2024 sería alrededor de 6.1% del PIB, casi la mitad de la recaudación tributaria. Si agregamos el servicio de la deuda pública, que ese año debe rondar 3.4% del PIB (estimado conservador), llegaríamos a casi 9.5% del PIB, solo entre pensiones y servicio de la deuda.

“Se ha discutido en forma amplia que el sistema fiscal mexicano es débil. En gran parte, debido a una recaudación fiscal pequeña con respecto a países similares, rondando el 14% del PIB. Cuando agregamos las cuotas a la seguridad social, los derechos petroleros y aprovechamientos, nos aproximamos a 17% del PIB“.

El techo presupuestario es más alto por unos ocho puntos. La diferencia para completar el presupuesto federal proviene de las empresas productivas del estado, organismos de control presupuestario directo, es decir, recursos que tienen sus propios usos y el gobierno federal no puede disponer de ellos. También vienen de endeudamiento. En 2024, el gasto federal en pensiones será mayor a 40% de toda la recaudación tributaria.

No menos importante es que el gasto público federal ha tenido una recomposición en los últimos años. Lamentablemente, este cambio ha sido por obligaciones, antes que consecuencia de un diseño o plan. Por mucho, el gran catalizador ha sido el gasto de pensiones. La gráfica muestra cómo el aumento en gasto federal de pensiones va de la mano con reducciones en gasto educativo, de salud y dolorosamente en infraestructura. Que el gasto en pensiones pudiera restringir inversiones en capital humano y en capital físico implicaría profundos efectos redistributivos intergeneracionales.

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La pensión no contributiva representa una proporción considerable del gasto público federal. Cuentas individuales y ahorro voluntario también requieren de gasto público dados los subsidios y gastos fiscales respectivos, incluso los montos pueden ser onerosos a mediano plazo. Con todo, la “tajada del león” en gasto público en pensiones se lo lleva el Pilar 1, el sistema de beneficios definidos.

El gasto público federal en pensiones del Pilar 1 rondó 4% del PIB (casi toda la recaudación por IVA) en 2022. Una de las explicaciones de esa magnitud es que las contribuciones de muchas personas terminan en cuentas individuales (se rompe el “pay as you go”) y el gobierno necesita utilizar gasto corriente. De cualquier forma, hay jubilados del sector público que no contribuyeron para fondear sus pensiones, por ejemplo, los contratos viejos en Pemex y CFE. También es común entre jubilados del sector privado recibir pensiones sustancialmente más altas de las que financieramente les corresponderían.

El fantasma del envejecimiento

Con todo ello, todavía debemos preocuparnos por las pensiones en México; ya que hay un segundo tema muy crítico: envejecimiento poblacional. No se trata de jugar con  la ciencia ficción e imaginar un futuro con toda la población anciana. Los números son los siguientes: México tiene actualmente alrededor de 11 millones de personas con 65 años o más, alrededor de 8.5% de la población (130 millones). En 2043, ya casi sin crecimiento de población, Naciones Unidas proyecta 23 millones de personas con 65 años o más, de un total de alrededor de 143 millones de personas, lo cual equivale a 16.1%, lo cual es un reto mayor.

Sobra decir que dicho envejecimiento va a tener efectos considerables en muchos aspectos de nuestras vidas. Aquí me quiero concentrar en pensiones. Uno muy obvio es que la población no contributiva se duplicaría. El peso en PIB del programa dependería qué tanto crezca el país; con un 3.5% de crecimiento anual, la proporción sería neutra. Puede ser un compromiso muy oneroso.

Otro dato importante se refiere a las contributivas. Asumiendo las condiciones y leyes actuales, el sistema de cuentas individuales será eventualmente preponderante. Sin embargo, en los próximos veinte años, la mayoría de retiros del sector formal será de la generación de transición, es decir, bajo las reglas de beneficio definido. En los últimos veinte años, el gasto federal en pensiones dedicado al Pilar 1 ha crecido más de 6% anual. Si los siguientes veinte años presentara un crecimiento similar, habría graves problemas.

Realicé un ejercicio de escenarios con diferentes tasas de crecimiento económico y del gasto federal en pensiones. Algunos de ellos son alarmantes. Es probable que en algún punto de los siguientes veinte años, el gasto federal en pensiones (incluyendo las no contributivas) rebase el 7.5% del PIB. ¿Cómo vamos a pagar?

Lee el texto completo aquí.

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